Morelia, Michoacán a 19 de agosto de 2024.- Desde tiempos de la Nueva Valladolid, la capital michoacana ha tenido infinidad de obras arquitectónicas que han pasado de generación en generación y se han quedado como emblemas de la belleza de Morelia y la ciudadanía la reconoce como parte vital de la ciudad.
Un claro ejemplo de estás obras es el Acueducto, construido poco antes de 1790, mismo que en su larga estructura se puede visibilizar 253 arcos geométricamente adecuados para convertir la infraestructura en una obra maestra que recorre poco más de 1,700 metros y del cual, poesías e historias llenan de arte a la capital y así como su principal función lo cuenta Laura Romero, guía turística de Morelia.
«Historias y leyendas, 1785 hambruna, sequía, una gran peste de la viruela y desesperación asolaron a la Nueva España, en esta ciudad de Valladolid, fray Antonio de San Miguel Iglesias decide introducir el agua potable desde la Hacienda del Rincón hasta la ciudad Antigua Valladolid, contrató centenares de indígenas utilizando el dinero de las limosnas catedralicias y así pudo salvarse el mínimo porcentaje de la población, el 80% murió»
De igual forma, aclara el porque el escritor José Zavala Paz denotaba a Morelia como una Ciudad Reina, refiriendo al acueducto en sus poesías como la Corona que se coloca a las Reinas y Princesas.
«Si, 153 arcos de medio punto, lo están comparando con una diadema o una corona que ciñe a la ciudad, para determinarla como Ciudad Reyna ante todas las poblaciones aledañas como son las 14 tenencias, el Acueducto es tan importante que ha sido escenario para filmar telenovelas, películas e inclusive ha quedado impreso en billetes de ciertas denominaciones y ya hoy, ya no tiene la función de traer el agua, sin embargo, para todos lo morelianos representa un ícono, recuerdo de amores, de desamores, indicando que es una Ciudad Reyna»
Poéticamente hablando, Zavala Paz escribe que ahora éste acueducto, es una corona que ciñe a la ciudad y que se considera que los arcos son unos camellos por dónde fray Antonio de San Miguel introdujo el agua para salvar la vida de los Vallisoletanos. Actualmente, está obra arquitectónica es un emblema que embellece la zona oriente de la ciudad.