Muchos jóvenes se han agrupado en pequeñas bandas que secuestran a empresarios y personas locales, en tanto que los grupos grandes han intensificado el narcomenudeo
Agencias / La Voz de Michoacán
Ciudad Juárez, Chihuahua. Una adolescente de 17 años torturó a su última víctima el 12 de mayo de 2025. Ese día, agentes de la fiscalía irrumpieron en una casa ubicada en el suroriente de Ciudad Juárez, Chihuahua, y encontraron a la persona, aún con vida, que la joven había secuestrado el día anterior.
Durante el operativo, la adolescente fue detenida junto a otros cuatro jóvenes, de entre 17 y 20 años, con quienes meses antes había formado una célula dedicada al secuestro. Ella era la presunta líder del grupo y se encargaba de torturar y mutilar a las víctimas, además de enviar videos de estos actos a los familiares para presionarlos a pagar el rescate, según testimonios recogidos por medios locales y corroborados por especialistas de InSight Crime.
Aunque causó conmoción en los medios juarenses, este caso no es aislado, sólo constituyó el episodio más reciente de una serie de hechos violentos protagonizados por bandas juveniles que buscan nuevas fuentes de financiamiento en la ciudad.
Apenas dos años antes, muchos de estos jóvenes habían experimentado un auge económico al trabajar para organizaciones criminales locales, como La Empresa y Los Mexicles, que se aprovecharon del número récord de migrantes que llegaron a la frontera entre 2022 y 2024. Desde coordinar cruces irregulares hacia Estados Unidos hasta secuestrar, extorsionar y explotar a esta población, los grupos lograron multiplicar sus ingresos en poco tiempo.
“Calculamos que generaban unos 100 millones mensuales, incluso por encima de los ingresos del narcotráfico”, explicó a InSight Crime Gilberto Loya, secretario de Seguridad Pública del Estado de Chihuahua.
Pero con el endurecimiento de la política migratoria en Estados Unidos tras la llegada de Donald Trump a la presidencia en enero de 2025, el número de migrantes que buscaban cruzar la frontera cayó drásticamente. Con los albergues casi vacíos y muchos migrantes regresando a sus países de origen, las ganancias para cubrir la nómina de estos jóvenes se redujeron sustancialmente.
De ’coyotes’ a secuestradores
Frente a este nuevo panorama, la primera estrategia de adaptación de los grupos criminales fue permitir que sus integrantes de menor rango generaran sus propios ingresos trasladando los delitos que antes cometían contra migrantes hacia la población local. El secuestro inicialmente figuró como una alternativa promisoria.
Durante el primer semestre de 2025, las denuncias por este delito en Ciudad Juárez alcanzaron su nivel más alto en una década, con 36 casos registrados, según datos del Observatorio Ciudadano del Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana (FICOSEC).
Aunque en años anteriores la cifra real de secuestros probablemente fue mayor —al considerar aquellos que involucraron a migrantes y que rara vez se denuncian—, los registros recientes muestran un cambio en el perfil de las víctimas, con un mayor número de personas locales, entre ellas empresarios, gerentes de maquiladoras, comerciantes, choferes y turistas.
El perfil de los victimarios, sin embargo, se ha mantenido constante. La mayoría son jóvenes y recurren a niveles extremos de violencia, explicaron integrantes de la Comisión de Reinserción Social de Adolescentes en Ciudad Juárez.
Por ejemplo, en otro caso reciente, un grupo de jóvenes secuestró a un conductor de aplicación cuando éste llegó al domicilio donde se solicitó el viaje. Para exigir el rescate, enviaron videos a su familia en los que lo torturaban, incluido el momento en que le amputaron un dedo.
Este tipo de episodios encendieron rápidamente las alarmas de las autoridades locales. Aunque muchos de los perpetradores tenían experiencia previa, particularmente en el secuestro de migrantes, Loya asegura que las nuevas bandas son desorganizadas, poco sofisticadas y no necesariamente reciben instrucciones o respaldo directo de los grandes grupos criminales.
“Estamos dando con los responsables muy rápido. Estas bandas no están durando mucho”, afirmó.
Entre enero y junio de 2025, medios locales reportaron que las autoridades habían arrestado al menos a 51 personas por secuestro en Ciudad Juárez. En al menos cuatro casos los responsables fueron encontrados gracias a que las víctimas lograron escapar.
Las ganancias de estas bandas tampoco parecen haber sido significativas, lo que ha impedido que el secuestro y la extorsión se consoliden como una alternativa estable de ingreso para estos jóvenes. Aunque al principio exigían rescates millonarios, las sumas que típicamente recibían iban de los mil a los 2 mil 600 dólares, montos que se repartían entre los integrantes de cada célula, explicó Loya. En contraste, durante el auge del tráfico de migrantes, las exigencias de rescate podían alcanzar los 10 mil dólares por persona.
De vuelta al narcomenudeo
Durante el auge del tráfico y secuestro de migrantes, grupos como La Empresa y Los Mexicles concentraron gran parte de sus recursos en estas actividades, incluso desplazando a miembros que previamente se dedicaban a otras labores, como la venta de drogas.
Pero tras la caída del negocio y el fracaso de alternativas como el secuestro de personas locales, optaron por reubicar a sus integrantes en los puntos de narcomenudeo, una actividad de menor riesgo y que ofrece ingresos más estables.
“Cuando La Empresa regresó a sus miembros a los puntos de venta de drogas luego de dejar el tráfico de migrantes y el secuestro, otros grupos ya los habían tomado, por lo que ahora están peleando por recuperarlos”, aseguró Loya.
Ciudad Juárez cuenta con un mercado interno de drogas considerable, históricamente controlado por diversas facciones criminales que dividen el territorio y establecen reglas sobre qué sustancias se pueden vender y quién tiene permitido hacerlo.
En zonas céntricas y en la franja fronteriza con Texas —controladas por escisiones del Cártel de Juárez como La Línea y La Empresa, así como por la pandilla Barrio Azteca— predomina la venta de heroína, crack, marihuana y cocaína, mientras que se restringe la distribución de drogas sintéticas. En contraste, en las periferias del sur, las facciones afines al Cártel de Sinaloa y las pandillas Artistas Asesinos y Mexicles se enfocan en la venta de metanfetamina.
Aunque los ingresos de este mercado pueden ser sustanciales, el entorno es altamente violento. Vender en territorio ajeno o distribuir sustancias no autorizadas puede tener consecuencias letales, advirtió un distribuidor a InSight Crime. Las disputas derivadas son tan frecuentes, que las autoridades relacionan la mayor parte de la violencia de la ciudad a este mercado.
En ese contexto, los recientes reacomodos no han estado exentos de conflictos. Buena parte de los homicidios registrados entre enero y julio de 2025 se concentraron en zonas limítrofes entre los territorios controlados por distintos grupos.
¿Un tráfico de migrantes más sofisticado?
A pesar de estas adaptaciones, el tráfico de migrantes no ha desaparecido por completo. Aún hay un pequeño número de personas que llega a la frontera buscando servicios para cruzar y que estarían dispuestos a pagar un precio más elevado, según funcionarios que trabajan con migrantes en Ciudad Juárez, y que hablaron bajo condición de anonimato por no estar autorizados a dar declaraciones.
Sin embargo, reconocen que los detalles sobre las redes de tráfico actuales son poco claros, ya que no operan de manera tan abierta como antes. “Antes anunciaban sus servicios en redes sociales. Ahora tienen muy bajo perfil”, dijeron.
Esa discreción podría estar relacionada con una mayor sofisticación en los servicios que ofrecen. Por ejemplo, los funcionarios mencionaron tener conocimiento sobre casos recientes de migrantes a quienes les ofrecieron “paquetes de viaje” desde otros continentes, que incluían transporte aéreo hacia México y cruces por puntos menos vigilados y de más difícil acceso.
Las autoridades de seguridad coinciden con esta hipótesis. Durante el auge migratorio, numerosos actores criminales intentaron aprovechar la oportunidad, lo que generó una competencia intensa y la necesidad de repartir las ganancias. Sin embargo, según Loya, el negocio actual se estaría concentrando en pocas manos, ya que estima que los costos del cruce podrían haberse duplicado.