En su funeral hubo música, charla, mezcal y mucho amor, muchas flores. Hubo nostalgia, melancolía, pero no drama
Erandi Avalos, colaboradora La Voz de Michoacán
¿Qué es la vida? un frenesí.
¿Qué es la vida? una ilusión,
una sombra, una ficción;
y el mayor bien es pequeño,
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Calderón de la Barca
Querida Ana:
Nunca he comprendido porqué tantas personas, cuando alguien deja este mundo, dicen: “Descanse en paz”. Tal vez hablan desde la especulación de que en el más allá no hay nada qué hacer, solamente descansar. Dudo mucho que tú estés así quietecita sin hacer nada; definitivamente no es tu estilo. Para otros, hablar de la muerte es tabú: tanto es el miedo de entrar en ese túnel —que recuerda al nacimiento— que se ofenden o aterran ante un tema tan presente que nos negamos a ver. Espero que no estés asustada. Estarás bien. Eres muy valiente y la muerte no es grave: somos eternos.
Ana, Ana; te extrañé tanto desde que te alejaste de mí. Por años te vi sostener y soltar a gente y un día me tocó que me soltaras. No expondré detalles porque ambas los conocemos, como también sabemos que en parte actúas así cuando te sientes despechada, herida o vulnerable. Eres una mujer con la fuerza de diez leonas, pero también tienes una parte frágil, trémula, casi infantil. Cuando uno muere, pasa por un estado muy peculiar, conocido en el budismo tibetano como Bardo (estado intermedio) y comprende mejor muchas cosas que pasaron en la vida. Esa experiencia es sin duda una de las más interesantes, así que, curiosa como eres, espero que encuentres ahí miles de temas para crear.
No se puede hablar de ti sin hablar de James, por lo menos no en esta ocasión. ¡Qué persona tan extraordinaria! Era inevitable que ustedes se enamoraran, estaba escrito que vivirían lo que vivieron. Quiero imaginar que sus mentes se conectarán con más fuerza ahora. En su funeral hubo música, charla, mezcal y mucho amor, muchas flores. Hubo nostalgia, melancolía, pero no drama. ¿Te acuerdas que escribí un poema para leerlo ese día? Después, Juan Pascoe, el gran impresor y bibliófilo, lo imprimió en el Taller Martín Pescador. Pensando en el funeral de James estoy segura que tú no quieres un servicio funerario fúnebre.
Hoy escribo para ti esta carta porque no iré a tu funeral. Pero sabes —ahora sabes con certeza— cuánto te amo.
Leyendo algunos de nuestros correos, encontré el texto que leíste cuando te entregaron la presea Gertrudis Bocanegra en Pátzcuaro. ¡Qué feliz estabas ese día! Mucha gente fue a verte, a felicitarte y después fuimos a cenar a La Siranda. Ahí me presentaste a Manuel Rodríguez Arriaga y a Isabel Lange, por lo cual estoy muy agradecida hasta hoy. Parte de tu discurso dice:
“En esta región michoacana, llena de secretos y tradiciones milenarias, son las artesanas y los artesanos la base de la cultura y de nuestra identidad. Sus creaciones han sido fuente de gran inspiración en mi trabajo artístico. Los símbolos purépechas, su lenguaje plástico son las formas que yo he utilizado en mi escultura. Jim siempre decía: ‘Todo artista digno de su nombre se da cuenta que lleva dentro de sí las semillas de su negación: que su talento surgió de un genio colectivo al cual un día regresará’”.
Tú regresaste a ese genio colectivo hace unos días y al enterarme, los recuerdos comenzaron a golpearme el pecho. Ya no te siento lejos. Ahora puedo hablar contigo con la certeza de que me escuchas. El dolor de perderte lo viví antes y así aprendí a amarte en la distancia, como un entrenamiento para este momento. Sigo leyendo tu texto y recuerdo como si fuera ayer escucharte leerlo en la Plaza Vasco de Quiroga de Pátzcuaro, con el viento y el sol en la cara:
“Mi sangre viene del trópico, tanto mi madre como mi padre nacieron en Tabasco, pero desde muy joven me hice michoacana por adopción. Soy michoacana y he vivido en esta hermosa región desde hace más de 40 años en donde mi esposo y yo elegimos a Santa Clara del Cobre para hacer una labor social, educativa y creativa. Mi amado maestro y compañero de vida James Metcalf, siempre me estimuló y ayudó a lograr nuestras metas apoyando el trabajo del cobre y, en particular, con las mujeres ya que en ese tiempo las artesanas santaclarenses no tenían un oficio por su propio derecho y nosotros, a través de la escuela Centro de Artes y Oficios Adolfo Best Maugard formamos una nueva ocupación para la mujer: la joyería”.
… “Claro que para lograr todo esto he tenido grandes apoyos como mi querido y recordado hermano Jorge Pellicer, quien ha escrito varios libros sobre Michoacán, el biógrafo de James Roy Skodnick, mi secretaria particular Lourdes Hernandez Medina y mis amados hijos Julie y Darius Metcalf, todos ellos aunque no presentes están aquí con nosotros”.
Para ese evento me pediste que dijera unas palabras para ti y mi corazón no pudo estar más feliz de hacerlo. Recuerdo que cuando te leí lloraste discretamente, con ese don de equilibrio que tenías entre mostrar tus sentimientos y no mostrarlos. Yo también lloré por dentro. Lloré de amor, de orgullo por ti. Lo mismo sentí cuando te acompañé a recibir un premio en Santa Clara del Cobre, no logro acordarme del nombre de ese reconocimiento, en cambio tengo muy claro el recuerdo: me llamaste para pedirme que fuera para acompañarte y registrar el momento. Te dije que sí, pero que me daba miedo manejar en carretera y para colmo, esa tarde cayó una tormenta de las que caían antes por esta región. Aun así me fuí con Naomi, tu ahijada, y llegamos a tiempo. Muchas veces reímos con esa anécdota, porque a partir de ese día yo manejé en carretera sin miedo. ¡Ah! ya recordé: te entregaron la Presa Etelberto Ramírez por el Engrandecimiento Cultural y Educativo del Municipio de Salvador Escalante, en el 2012.
Algo muy importante ocurrió con ese reconocimiento: se apagó (por lo menos una buena parte de él) del sentimiento de defensa que había generado hacia el pueblo, el ataque que sufrieron James y tú. Con ese gesto, la parte de Santa Clara que se comportó hostil con ustedes, dobló las manos y reconoció que ustedes habían cambiado el rumbo de todo un pueblo, que todavía goza de su visionaria presencia. Claro que el aporte fue mutuo, ustedes siempre lo reconocieron.
Otra buena anécdota que tenemos fue la del Premio Eréndira. Tampoco contaré detalles porque esos son nuestros y como tú dices “hay que ser discretos”, pero cómo nos hemos reído de eso también. Yo pensé: tengo que lograr que este año se la den sí o sí. Entonces me di cuenta de que ese premio nunca se lo habían dado a una mujer y ¡bingo! Todo lo demás estaba en la mesa: tu talento, tu experiencia, todas las actividades, exposiciones y proyectos que habías realizado hasta entonces. Nos ayudó Marisel Vázquez, que en ese momento era directora de Historia del Arte de la UDEM. Después celebramos en tu casa.
Te agradezco tantas cosas, Ana. Tantas pláticas en tu jardín, en el salón frente a la gran chimenea, desayunos en La Tiendita Verde con otras amigas. Todas las veces que me prestaste obra tuya y de James para exposiciones, ¡qué honor! Las celebraciones en las inauguraciones que compartimos. La Bienal Femsa Inestimable Azar, dirigida por el muy querido Daniel Garza Usabiaga, en la que ambas participamos. Qué lástima que no se concretó la propuesta que el Ayuntamiento de Morelia adquiriera una escultura tuya… de lo que se perdieron.
En algunos correos de los que ahora releo firmas como: Ana la guardabosques. Y sí, vaya que te convertiste en guardabosques del bosque La Mesa de San Miguel, que James y tú crearon con el mismo esmero que crearon sus esculturas. Ahí muchas veces nos invitaste a quedarnos en La Paloma, una de sus preciosas cabañas. Ese bosque te ha dado grandes satisfacciones pero también ha sido una carga… no cualquiera ha reforestado un bosque y lo ha acompañado a crecer; no es cualquier cosa. Pero tu vida misma no fue cualquier cosa, lograste una vida intensa, maravillosa y extraordinaria porque tú eres extraordinaria, alma brillante. Ahora te toca otra etapa y estoy segura que también la disfrutarás con la misma pasión.
Ten un buen viaje, mi querida Ana. Ya nos veremos de nuevo.
Con todo mi amor,
Erandi.
Erandi Avalos, historiadora del arte y curadora independiente con un enfoque glocal e inclusivo. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Sección México y curadora de la iniciativa holandesa-mexicana “La Pureza del Arte”.
SEMBLANZA:
Ana Pellicer fue escultora, artesana y joyera mexicana. Estudió Artes Plásticas en The Arts Students League y The New School en Nueva York. De 1973 a 1974, Directora de Producción Artesanal de FONART (Fondo Nacional de las Artes Populares). Vivió en Santa Clara del Cobre, Michoacán, durante más de cuarenta años junto a su esposo el escultor James Metcalf. En 1976 funda el Centro de Artes y Oficios “Adolfo Best Maugard”, de Santa Clara del Cobre, el cual dirigió hasta junio de 2002. En 1975, creó una escultura monumental hecha en cobre con la técnica precolombina de la región; escultura que forma parte de la colección del (INBAL) Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y que se encuentra instalada en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México. También destacan sus proyectos de joyas monumentales Joyería para la Estatua de la Libertad, La Pelota que Rebota y Concentración de Luz en los Albores del Siglo XXI.
Diseñó vestuarios para teatro, destacando la obra Nahui Ollin, interpretada por Ariane Metcalf Pellicer. En 2005 coescribe junto a Reynol Pérez Vázquez el libro homenaje a su hermana, la actriz Pina Pellicer, titulado Luz de Tristeza. También coordinó el libro James Metcalf. Verdadero hijo de Hefesto, escrito por Roy Skodnick. Su obra se expuso en varios países de Europa, en Estados Unidos y en varias ciudades de México.