Morelia, Michoacán, 25 de noviembre de 2024.- Bajo el frío extremo de la Antártida, un inesperado tesoro ha surgido de las profundidades. Un fragmento de ámbar, vestigio de una selva tropical hoy desaparecida, intriga a los científicos.
Este descubrimiento excepcional arroja luz sobre una época en la que el continente blanco albergaba una biodiversidad exuberante, muy lejos de su imagen actual de desierto helado. El ámbar, hallado durante una expedición en 2017, proviene de sedimentos marinos perforados en la bahía de Pine Island. Datado en 90 millones de años, confirma un clima mucho más cálido durante la época del Cretácico superior.
Fósiles de plantas ya habían sugerido la presencia de antiguos bosques en la Antártida. Pero es la primera vez que se descubre una muestra de ámbar, formada por la fosilización de resina de árboles, en este continente. Este material fósil es un archivo valioso: al capturar materia orgánica, la resina preserva pistas sobre el ecosistema desaparecido. Insectos, esporas o fragmentos de corteza pueden revelar los secretos de una vida ancestral.
Los fragmentos analizados, aunque minúsculos, han permitido reconstruir un entorno forestal templado dominado por coníferas. Estos árboles utilizaban la resina para protegerse de agresiones, como parásitos o incendios. Los investigadores, procedentes del Instituto Alfred Wegener, continúan sus análisis para comprender mejor este ecosistema. Esperan encontrar rastros de vida o señales de eventos significativos, como incendios.
Este descubrimiento recuerda que la Antártida no siempre fue una tierra inhóspita. Invita a reconsiderar la historia de la Tierra bajo una nueva luz. El análisis exhaustivo del ámbar podría proporcionar información importante sobre el clima del pasado y las adaptaciones de los ecosistemas a condiciones extremas.
¿Qué es el ámbar fósil y por qué es tan valioso?
El ámbar es una resina fosilizada producida por ciertas especies de árboles, principalmente coníferas. Inicialmente, esta resina servía como protección natural contra agresiones externas, como parásitos o heridas en la corteza. Con el tiempo, esta resina se endureció y fue sepultada bajo capas de sedimentos, convirtiéndose en un material sólido y translúcido.
Este material es particularmente apreciado por los científicos por su papel de «cápsula del tiempo«. Cuando fluye, la resina puede atrapar fragmentos de plantas, esporas, insectos e incluso microorganismos. Estas inclusiones están excepcionalmente bien preservadas, ofreciendo una visión directa de la vida y los ecosistemas de épocas distantes, a menudo inaccesibles por otros medios.
El descubrimiento de ámbar es raro y su conservación depende de condiciones específicas. Una resina debe ser rápidamente cubierta por sedimentos o agua para evitar su degradación por los rayos ultravioleta y el oxígeno. En la Antártida, los fragmentos encontrados presentan una calidad excepcional, lo que indica un rápido enterramiento en ambientes probablemente pantanosos. Este hallazgo ayuda a entender mejor los antiguos bosques templados y las interacciones ecológicas que los sustentaban. (CON INFORMACIÓN DE: TECNOH SCIENCE)