Este 17 de junio conmemoramos el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, día proclamado por la ONU para crear conciencia sobre dos crisis ambientales que afectan a millones de personas y ponen en riesgo la seguridad alimentaria global.

La desertificación —la degradación de la tierra en zonas áridas— afecta al 40% de la superficie terrestre y amenaza la vida de más de 3 mil millones de personas. Al mismo tiempo, las sequías se intensifican y prolongan a causa del cambio climático, el mal manejo del agua y la deforestación.

Este año, el lema global es “Restaurar la tierra, desbloquear las oportunidades”, pone el foco en cómo la recuperación de suelos degradados puede impulsar empleos, seguridad alimentaria y adaptación al cambio climático, especialmente en comunidades rurales y vulnerables.

Expertos y organismos internacionales advierten que la prevención y la acción temprana son más eficaces y menos costosas que los esfuerzos de recuperación. Por ello, se impulsan políticas de reforestación, agricultura regenerativa y conservación del agua como ejes clave.

México, uno de los países más vulnerables a la desertificación, ha perdido más de 400 mil hectáreas de tierra útil cada año, principalmente en el norte del país. La CONAFOR y la SEMARNAT impulsan proyectos de restauración ecológica en zonas áridas, aunque aún enfrentan desafíos de financiamiento y continuidad.