-Un taller con más de seis décadas de historia y una tradición que se trabaja los 365 días del año-
Por: Yetlanetzi Rojas
En Tlalpujahua, Michoacán, la elaboración de esferas navideñas de vidrio soplado es mucho más que un oficio: es una tradición viva que se transmite de generación en generación y que mantiene vigente el nombre del Pueblo Mágico a nivel nacional e internacional; detrás de cada pieza hay un proceso artesanal que consta de siete pasos y la dedicación de manos expertas que trabajan los 365 días del año.
La creación de una esfera comienza con el soplado del vidrio, el primer y uno de los pasos más delicados: donde el artesano trabaja a más de 400 grados centígrados, utilizando un soplete y vidrio especial libre de plomo, el cual es importado desde Brasil y Alemania, garantizando calidad en cada esfera.
Entre las historias que dan vida a esta tradición destaca la de Marta Mora, artesana con 45 años de experiencia en la fabricación de esferas. Fue su hermano quien le enseñó este arte, el cual ella no solo disfruta, sino que también ha compartido con otras personas. El taller donde labora tiene más de 60 años de historia y mantiene producción constante durante todo el año.
El segundo paso es el plateado interno, proceso en el que se emplea nitrato de plata, aditivos y otros químicos que permiten dar ese brillo característico al interior de la esfera. Esta labor requiere precisión y experiencia, ya que de ella depende el acabado final del producto.
En este proceso también participan otras manos clave, como Verónica Pompa, encargada del plateado y pintado de las esferas. Que posteriormente, realiza el pintado exterior, donde las esferas adquieren color. Verde, blanco, azul, rojo, negro y una amplia gama de tonalidades cubren el vidrio, preparando la pieza para uno de los procesos más creativos: el decorado.
El decorado se hace completamente a mano; las artesanas utilizan pegamento, diamantina y, sobre todo, su creatividad, en la cada esfera es distinta, ya que cada diseño refleja el estilo y la imaginación de quien la elabora. En esta etapa, el trabajo artesanal se vuelve único e irrepetible.
Después del decorado, siguen los últimos tres pasos: el corte de la patita, el encasquillado y, finalmente, el empaquetado, dejando la esfera lista para su venta y distribución.
Así, en Tlalpujahua, cada esfera de vidrio soplado representa horas de trabajo, tradición, creatividad y el orgullo de un pueblo que ha hecho del arte navideño su sello distintivo.