Morelia, Michoacán, 05 de noviembre de 2024.- Desde 2014 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) acordó designar la fecha del 31 de octubre de cada año como el Día Mundial de las Ciudades, con el propósito de promover el interés sobre el inminente proceso de urbanización y afrontar los desafíos que plantea el urbanismo. Este año, el eje central es Mejor Ciudad, Mejor Vida, con el tema “La juventud lidera la acción climática y local para las ciudades” no sólo para enfatizar la necesidad de involucrar a la juventud en la toma de decisiones en el ámbito urbano, así como aprovechar su creatividad e impulsar el desarrollo sostenible.
Para ilustrar la relevancia del proceso urbano en el mundo, hay que mencionar que, en términos poblacionales, durante el siglo XX la población casi se cuadruplicó, pasando de casi 1,600 millones en 1900 a poco más de 6,000 millones al año 2000, y en la actualidad a 8,186 millones de personas. Este crecimiento no sólo fue en términos absolutos, sino que propició una concentración en áreas urbanas, de forma tal que, a principios del siglo pasado, la población que residía en las ciudades representaba tan sólo el 13% de la población total; para 1950 la población urbana se incrementó hasta llegar al 29.8% y a finales del siglo XX, el porcentaje aumentó a 47.2%. El 2008 constituye un parteaguas en materia del grado de urbanización en el mundo, por ser la primera vez que la población urbana alcanzó el 50%. Hoy, poco más del 57% de la población mundial radica en una ciudad.
México no ha estado exento del proceso de urbanización, de hecho, ha tenido un grado más acelerado de concentración urbana, en la actualidad 8 de cada 19 mexicanos residen en una ciudad. Para 1900, el país contaba apenas con una población de 13.6 millones, tenía 52,749 localidades de las cuales sólo 33 eran urbanas, y en ellas se concentraba 1.4 millones de personas. Para 1940 se contabilizaron 55 localidades urbanas y para 1970 aumentaron a 178, incrementándose a 275; en 1990 las localidades sumaron 156,177 de las cuales 4 eran mayores de 1 millón, 9 de entre 500 y 999 mil y 47 mil 100 a 500 mil habitantes.
En 1970, las ciudades que superaban los 10 millones de habitantes se denominaron megaciudades y sólo eran dos: Tokio y Nueva York. Hoy hay 19 megaciudades y 22 con una población de entre 5 y 10 millones. En otras palabras, la población no sólo ha aumentado, sino que tiene a incrementar su concentración al conformar grandes conglomerados urbanos.
El principal reto que se enfrenta es la crisis climática, dado que las ciudades representan el 65% de la demanda mundial de energía y son responsables del 75% de las emisiones de dióxido de carbono. El éxito o fracaso con relación al Cambio Climático depende de la capacidad que tengamos para transformar las ciudades hacia la sustentabilidad.
En este contexto, las proyecciones indican que para el 2030 el 60% de la población mundial vivirá en zonas urbanas, y es muy probable que casi el 60% de los habitantes urbanos tengan una edad inferior a 18 años. Esta es la razón por la cual las iniciativas internacionales como el Pacto por el Futuro y la Declaración sobre las Generaciones Futuras pretenden dar prioridad a la opinión de los jóvenes a la hora de configurar entornos urbanos sostenibles.
Destacan acciones como la creación de consejos de la juventud, la integración de representantes juveniles en los gobiernos locales y fomentar un diálogo permanente entre los jóvenes y los responsables políticos.
Lo anterior demanda, en primera instancia, proporcionar a los niños y jóvenes una educación que reemplace la lógica económica como único paradigma para incentivar el desarrollo de las ciudades. Hoy en día, los jóvenes son el sector de mayor marginación en términos de falta de empleo, empleos mal remunerados y en consecuencia falta de vivienda, así como certidumbre en sus expectativas de vida.
No hay duda de que los retos futuros sólo podrán enfrentarse a partir de la innovación y creatividad de los jóvenes, a fin de lograr ciudades más sustentables. Pero hoy en día nos toca proporcionarles las mejores condiciones en materia de calidad de vida, como educación, salud, recreación y sobre todo empleo y vivienda.