Morelia, Michoacán, 23 de julio de 2024.- Los cambios en la sociedad son constantes y muy diversos. Un ejemplo de ello es el número de personas que deciden casarse; en 2013 la tasa de matrimonios fue de 7.5 por cada mil habitantes, mientras que en 2022 disminuyó a 5.7 matrimonios. Esto sugiere que la edad en la que las personas contraen matrimonio ha aumentado, una evidencia es que la edad promedio en los hombres cambió de 29.8 años en 2013 a 34.1 años en 2022. Mientras que, en el caso de las mujeres, la edad promedio al casarse aumentó de 26.9 años, en 2013, a 31.3 años, en 2022.
El mayor número de matrimonios corresponde a personas de entre 25 y 29 años, de los cuales, en 2022, el 81.1% tenía al menos estudios de secundaria o equivalente. La proporción de hombres con empleo al momento de casarse es mayor que la de mujeres. Del total de hombres, el 94.6% (478,385) declaró tener trabajo al momento de contraer matrimonio, mientras que el 53.8% (273,221) de las mujeres afirmó contar con empleo.
Lo anterior se encuentra estrechamente ligado con que cada vez es más común observar que los hijos después de la adolescencia continúen viviendo en casa de sus padres. Tomando como ejemplo la generación de millennials, es decir, nacidos en México entre 1980 y 1995, el 47% se dedica a estudiar, y de este universo, el 75% aún recibe el apoyo de sus padres o familia para cubrir sus gastos escolares. Lo más relevante del caso es que 63% de los encuestados señalaron que aún viven con sus padres.
Dentro de la multiplicidad de las causas a las que se puede atribuir la permanencia de hijos mayores de 30 años en el hogar paterno, las principales son tres: El precario mercado laboral, que ofrece no solo bajas percepciones monetarias, sino un alto grado de incertidumbre en materia de permanencia a largo plazo o seguridad en el empleo. En segundo término, la necesidad de una formación educativa cada vez más amplia que busca no sólo concluir una licenciatura, sino algún posgrado, demanda para muchos jóvenes una mayor permanencia en el hogar y, sin lugar a duda, la principal causa de que muchos jóvenes no se independicen de sus padres es el difícil al acceso a la vivienda.
En México, el mercado inmobiliario habitacional se caracteriza por la edificación de millones de viviendas tipo que, no solo responden a un esquema de familia tradicional (papá, mamá y dos hijos) sino que por sus características resulta poco atractiva para los jóvenes que buscan independizarse de sus padres y no necesariamente formar una familia o tener hijos.
Los créditos para la adquisición de vivienda resultan inaccesibles en materia financiera, pues los ingresos, aun sumando los de la pareja, hacen inasequible la vivienda, debido a la baja percepción salarial promedio. Además, los espacios de la vivienda no responden a sus necesidades ocupacionales; la mayoría no requiere 2 o tres recamaras reducidas, sino espacios más amplios y versátiles. Además, habría que sumar que, la ubicación de la vivienda cada vez más alejadas de la ciudad, obligan a la disponibilidad de un automóvil propio, o bien a inversión en tiempo para el traslado en transporte público. Esta última situación afecta por igual a las casas en renta, programa recientemente anunciado, como alternativa gubernamental para apoyar la adquisición de vivienda.
La permanencia de los hijos en casa de sus padres después de cumplidos los 30 años, no resulta ser una característica exclusiva de México o Latinoamérica, en países europeos está presentándose con mayor intensidad. Un artículo recientemente publicado en Social Science & Medicine expone el impacto que la convivencia con hijos adultos tiene sobre la satisfacción con la vida de los progenitores, para el caso de la comunidad española de entre 50 y 75 años.
Según este artículo, la presencia de hijos adultos en el hogar familiar contraviene las expectativas de los padres en términos de la esperada transición de los hijos a la vida adulta. Esta situación genera ansiedad o frustración a los padres. Los resultados muestran que esta convivencia tiene un efecto negativo en el bienestar de los padres, especialmente en las madres y, particularmente, en relación con la convivencia con hijos varones mayores de 30 años.
Aunque hay particularidades inherentes a cada contexto cultural y en México la situación es muy distinta a la descrita en Europa. Sin embargo, la relevancia del estudio español nos obliga a considerar la necesidad de realizar estudios similares en la sociedad mexicana, con la finalidad de profundizar en los impactos en salud física y emocional de los integrantes de la familia ante los cambios en el modo de vida, las expectativas y las posibilidades; con el propósito de proporcionar elementos que puedan apoyar nuevas políticas en materia de vivienda que favorezcan la independencia de los jóvenes, no sólo por su propio bien sino también por el de sus padres.