En los suburbios de Guta oriental de Damasco, las mujeres desconocen que el día 8 de marzo es el día internacional de la mujer, ya que sus prioridades son otras.

Damasco.- En el suburbio de Guta oriental, en la periferia de Damasco, las mujeres desconocen que el día 8 de marzo es el Día de la Mujer, sus prioridades son otras: la aguda crisis económica de una Siria devastada por la guerra civil acapara los pensamientos de muchas que sacan solas a sus familias adelante por falta de hombres.

Tras más de una década de conflicto, que sólo ahora parece atenuarse tras la caída del régimen de Bachar al Asad, muchos de los jóvenes del arrabal han muerto, se han marchado o han quedado incapacitados para trabajar, lo que ha dejado a ellas como único sustento de la familia a pesar de que el islam mas conservador -cuyos mayores defensores acaban de asumir el poder- dictamine que, en puridad, no pueden trabajar.

Una de las vecinas, Busan Ayad, cuenta a EFE que ”la mujer lleva toda la carga de trabajo y de los hijos porque el marido está muerto y no hay ayuda humanitaria” y añade que “las asociaciones de mujeres son en vano. ¿De qué sirve eso si no tenemos para comer?”.

Desconocen qué y cuándo es el Día de la Mujer, su mayor preocupación es conseguir una estabilidad económica en un país en el que el salario medio no supera los 40 dólares mensuales y donde las demandas de igualdad quedan muy lejanas mientras tratan de sobrevivir en el día a día.

Más conservadores

Con la llegada al poder del ahora disuelto grupo islamista Organización para la Liberación del Levante (HTS en árabe), que dirigió la caída del Gobierno de Al Asad, se han puesto en duda los derechos de las mujeres sirias.

 Éstas nunca han gozado de igualdad con respecto a los hombres ni política ni socialmente, en el contexto de una sociedad ya de por sí profundamente religiosa y conservadora que pone a las mujeres en un segundo plano.

El nuevo Gobierno, cuyos orígenes políticos están en el Frente Al Nusra, la filial siria de Al Qaeda, no ha mejorado las cosas, o en todo caso las ha empeorado, lo que se refleja en la sociedad femenina siria, que tiene miedo de hablar y que ve que en el último mes la situación es aún más rígida.

Eso se constata en el uso del niqab, la amplia túnica oscura que cubre integralmente a la mujer, incluido el rostro, que estaba muy mal visto por las antiguas autoridades sirias, que repudiaban y limitaban su uso.

Ahora, las ventas y uso de la prenda se ha extendido por Damasco después de la caída del régimen, como aseguran varios comerciantes del mercado principal de la capital.

Uno de ellos, Yahya Waid, explica a EFE que “antes llegabas a vender uno o dos al año, desde que cayó el régimen del dictador se venden dos o tres a la semana”.

El comerciante añadió que en lo personal, el prefiere "que las mujeres lleven hiyab -el velo tradicional que cubre solo el cabello- pero nunca obligaría a usarlo”.

 No es obligatorio, aún

El gobierno provisional sirio no ha implementado ninguna obligación en el uso del hiyab, pero empieza a ser común ver anuncios y carteles en escuelas, autobuses, plazas públicas y hospitales alentando a su uso con mensajes como “el vestido de la mujer musulmana debe cubrir todo el cuerpo y no debe ser semejante a la ropa de los hombres”.

También se alienta a las mujeres a "no usar perfume" y evitar así "atraer a los hombres".

Pese a esto, en la capital y en zonas de minorías religiosas como los drusos, cristianos o los alauitas, no están calando tanto estos mensajes como sí lo hacen en las zonas más rurales, de mayoría sunita y con un legado más conservador.

“Las mujeres deben gozar de todos sus derechos, es muy difícil imponer esto en Siria”, aseguró a EFE una joven en una plaza cerca de la mezquita de los Omeyas, en pleno corazón de Damasco.

La joven también añadió que “espero que la mujer tenga un rol en el gobierno después de la caída del régimen, esto debe cambiar”, antes de concluir recordando que “no hay ningún país árabe gobernado por una mujer”.

En la conferencia del 'Diálogo Nacional' de Siria celebrada el pasado 25 de febrero, en donde se buscó sentar las bases para la futura constitución del país, se insto a "respetar los derechos humanos, apoyar el papel de la mujer en todos los ámbitos, proteger los derechos de los niños, cuidar de las personas con necesidades especiales y activar el papel de la juventud en el Estado y la sociedad".