Félix Madrigal/ACG.
Morelia, Mich..- En el universo de la lucha libre, donde los límites del cuerpo y la voluntad se dan, hay quienes no sólo suben al ring a pelear, sino a vivir un ritual. Es el caso de Alan Salvador García López, mejor conocido como Alocer «De otro planeta», luchador que ha abrazado la lucha extrema como forma de vida y como una vía de purificación que lo hace sentir libre.
Su historia comenzó hace más de dos décadas, entre tardes de lucha libre y tacos con su tía «Magui», una figura clave en su vida, ya fallecida. A partir de ahí, la semilla quedó sembrada y lo que era afición se convirtió en destino.
Fuera del cuadrilátero, Alocer cultiva una afición poco convencional: el gusto por la cultura «gore», lo extremo en todas sus formas —desde películas y bandas musicales hasta videos que pocos se atreven a ver. Esta inclinación no es ajena a su manera de luchar; en sus palabras, sin el gusto por sangrar y por el dolor, simplemente no se podría hacer lucha extrema.
Recuerda uno de sus combates como el peor de su carrera, no por las heridas ni por la violencia, sino por el mal desempeño colectivo. Sin embargo, lo que rescata de aquella noche es la sensación única de la sangre corriendo por su cuerpo. Para él, sangrar en el ring —y a veces fuera de él— es parte de un culto, de un “kulto maldito” que le da paz y lo conecta con una felicidad que no ha encontrado en ningún otro sitio.
Aunque no vive al cien por ciento de la lucha libre, sí le ha permitido sostenerse parcialmente y considera que su formación académica ha sido clave para cuidarse y recuperarse ante lesiones. Ha sufrido luxaciones, torceduras, heridas por alambre de púas y lámparas, e incluso una lesión que requirió 22 puntos en la pierna. Nada de eso lo ha detenido. Para él, son parte del camino.
El estilo extremo, asegura, ha ido ganando terreno. Ya era reconocido nacional e internacionalmente, pero ahora se ha vuelto más comercial, más visible. Él ha pisado empresas grandes, medianas y pequeñas, y en todas ha sentido ese fervor del público por lo extremo.
Sus planes son seguir consolidándose, especialmente en Zona 23, y llevar su estilo a otras latitudes. Tiene en la mira países como España, Singapur y Colombia, donde ha observado propuestas interesantes. También quiere recorrer más estados del país. Más que fama, busca territorios nuevos donde pueda sembrar su ritual, ese que nace de la sangre y el alambre de púas.