Originalmente se estableció cerca de la estación del tren para el abasto de materias primas
Arved Alcántara / La Voz de Michoacán
La Harinera de Morelia se encuentra ligada al desarrollo industrial de la ciudad de Morelia, se mantiene como un emblema de este proceso que se fortaleció durante el pasado siglo, y marca también un límite visual entre lo que es el Centro de Morelia y las colonias populares que se desarrollaron alrededor de este complejo.
Con 102 años de vida, este edificio se levanta como un contraste arquitectónico entre el estilo colonial del primer cuadro michoacana y lo que en un momento se pensó incluso como una zona industrial, destacando por su intento de adoptar un estilo internacional tanto en su arquitectura como el trazado de la urbe.
El inmueble, conocido como Molino de Trigo San José, fue inaugurado en 1922 y equipado desde sus inicios para asegurar el suministro de harina a la comunidad local, especialmente durante la primera mitad del siglo XX. Para ello fue importante a ubicación estratégica de la entonces primera estación de ferrocarril, que se ubicaba a cuántos pasos del complejo.
Para su construcción también se tomaron en cuenta, la dinámica del terreno, las posibilidades de crecimiento urbano hacia esa zona de Morelia, el ancho de las vialidades y otros factores que terminaron por validar el establecimiento de la harinera en su ubicación actual, optimizando la recepción de materias primas y el transporte del producto terminado.
Entre 1940 y 1960 se llevaron a cabo las primeras modernizaciones significativas del edificio, las cuales le otorgaron su actual dimensión y fachada. Estas obras estuvieron a cargo del arquitecto Jaime Sandoval, quien poseía una amplia experiencia en la construcción de molinos de harina en diversas ciudades industrializadas de México.
De acuerdo con los archivos hemerográficos, el proyecto fue calificado de “ambicioso” e “innovador en su momento. El molino y los silos de almacenamiento debían destacar en lo que entonces era una de las periferias de la creciente Morelia y se facilitaba aún el acceso y transporte de mercancías desde la cercana estación de tren, que era el principal medio por el que se abastecían de trigo.
Hoy en día, la harinera no es solamente una empresa que le da valor agregado a la agroindustria estatal; es también un punto de referencia entre el Centro y la zona urbana de Morelia. Miles de personas transitan diariamente por las calles adyacentes, muchas veces sin notar el histórico edificio que forma parte del paisaje urbano. Su fachada curva, evocando el estilo ‘streamline’, y los silos cilíndricos son claramente visibles desde el inicio de la Avenida Héroes de Nocupétaro, en tanto a su costado se han establecido oficinas de agencias federales como el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en un edificio que intentó asimilar en parte el estilo arquitectónico de la Harinera.
El complejo actual está compuesto por tres secciones: un volumen cúbico que es un vestigio del edificio original de 1922 y que actualmente está en desuso, un grupo de diez silos cilíndricos y un volumen curvo que alberga la maquinaria del molino. Aunque la fachada del volumen curvo sugiere la presencia de siete pisos debido a las bandas alternadas de vidrio y material sólido, su interior es un espacio abierto.
A pesar del paso del tiempo, los sismos, las crisis económicas y, más recientemente, el abandono y la paralización de las actividades relacionadas con los granos, la estructura de la Harinera ha resistido y ha tomado recientemente un “segundo aire” bajo el impulso de un nuevo grupo gerencial.