Originalmente un cementerio, las autoridades mandaron demoler las paredes y construir en este espacio aledaño al conjunto franciscano una plaza.
Arved Alcántara / La Voz de Michoacán
Morelia, Michoacán. La Plaza Valladolid, frente al convento y templo de San Francisco, funge como una de las explanadas más amplias de Morelia. Hoy luce casi siempre libre de obstrucciones y constantemente es usada para espectáculos musicales y de diversa índole; sin embargo, en décadas pasadas, mercados se adueñaron de este espacio.
Los mercados de la Plaza Valladolid se dieron en dos etapas: durante la primera mitad del siglo pasado se construyó incluso un inmueble formal para alojar a los vendedores; tras ser reubicado este espacio, los oferentes se aferraron durante generaciones al lugar y convirtieron la explanada en un tianguis sobre ruedas.
Originalmente un cementerio, las autoridades mandaron demoler las paredes y construir en este espacio aledaño al conjunto franciscano una plaza, que se llamaría Constitución. La orden se dio en 1859 y se concretó un año después, pero este espacio público no duró, pues para 1872 se dictaminó reubicar a este lugar a los comerciantes del antiguo mercado ubicado en lo que ahora es la Plaza Melchor Ocampo.
Los oferentes llegaron al lugar con sus puestos y toldos sencillos, por lo que el Ayuntamiento de Morelia construyó en este sitio un mercado entre 1899 y 1909, inmueble que fue objeto de un par de obras de mejora, una en 1932 y otra en 1959. Pronto se convirtió en el corazón de la vida comercial de la ciudad, por lo que, debido a su alta afluencia de clientes, una vez más se tuvo que mudar, ahora a donde actualmente se ubica el Mercado Independencia.
Sin embargo, se llevaron el mercado, pero no a los mercaderes, quienes, tras casi 90 años de tradición en este espacio, continuaron “invadiendo” la explanada una vez que se derrumbó el edificio de lo que era el antiguo Mercado de San Francisco. Los clientes también siguieron asistiendo al lugar, aunque la mercancía varió, ahora más orientada hacia la ropa y la fayuca.
Era común que los fines de semana, las familias morelianas, sobre todo las religiosas que acudían a las misas, pasaran por la plaza para “curiosear”, comprar algunos dulces, elotes al vapor o algún alimento.
Un dato curioso de la época es que eran pocas personas las que conocían que al centro de la plaza había una antigua pila del siglo XVII. Cubierta completamente por lonas y obstruida por unas improvisadas bodegas de lona y metal, la fuente quedó prácticamente sepultada durante años. No fue sino hasta que levantaron a todos los comercios que la población de Morelia se sorprendió con ella.
En diciembre de 1991, la UNESCO decretó a Morelia como Ciudad Patrimonio Histórico de la Humanidad, y fue en ese entonces cuando iniciaron operativos para la erradicación de los vendedores ambulantes y semiambulantes del Centro Histórico.
Al ser ciudad Patrimonio y una zona de monumentos, se debía erradicar toda actividad comercial al aire libre, pero, sobre todo, eliminar todo aquello que pudiera ser un obstáculo para la vista de los edificios históricos.
Fue el entonces gobernador Víctor Manuel Tinoco Rubí quien tomó en sus manos la decisión de erradicar a los más de 3 mil comercios informales que se encontraban colocados tanto en la Plaza Valladolid, los portales, Plaza Melchor Ocampo y todos los espacios para cumplir con los requisitos de la UNESCO.
Para el año 2001, en paralelo, el alcalde en turno, Salvador Galván Infante, junto con su cuerpo de regidores, decretaron el Bando Municipal, el cual restringió cualquier actividad comercial en el primer cuadro de la capital.
Pocos días después, la madrugada del 5 de junio del mismo año, los comerciantes fueron retirados de la zona, sin previo aviso y con el uso de la fuerza pública. Toda banqueta, plaza, andador, portal y espacio del Centro quedaron libres para el tránsito peatonal.
En pleno 2024, el ambulantaje en la Plaza Valladolid no ha podido ser erradicado del todo y los tianguis eventualmente toman un lugar en el sitio con eventos temporales como la Feria del Pan, recordando su origen de sitio de comercio.