Emocionarte
“Tú no estás hecho para sobrevivir a base de sobras, sino para compartir el banquete del amor auténtico”.
A últimas fechas ha aparecido en el contexto de habla hispana el término “migajeros” también relacionado con el término “breadceumbing”. En sesiones de terapia, no es raro escuchar frases como: “al menos me escribe de vez en cuando”, “ya no me busca, pero le dio like a mi foto”, o “me dice que no quiere nada serio, pero a veces se queda a dormir”. Es en estas frases en donde emerge una distorsión cognitiva que genera el fenómeno de está etiqueta “migajeros de amor”, relacionado también en el ámbito psicológico con la dependencia emocional o el apego ansioso.
Ahora bien, este término como muchos otros no nace en la academia, sino en las calles virtuales de las redes sociales y comienza a circular como una forma coloquial de describir a quienes se conforman con sobras emocionales. Las “migajas de amor” hacen alusión a esos pequeños gestos o mensajes esporádicos, a los encuentros fugaces, a las promesas sin cumplir que reemplazan los vínculos nutritivos y la reciprocidad por vínculos unilaterales, en el que una de las partes espera lo mínimo, mientras la otra ofrece apenas lo justo para no romper del todo el lazo.
Pero, ¿De dónde viene esta conducta?
Desde una mirada psicológica, esta forma de vincularse está estrechamente relacionada con necesidades emocionales no resueltas, especialmente aquellas que se han originado en la infancia. Muchas veces, quien acepta migajas creció creyendo que debía ganarse el afecto de sus padres o cuidadores y que el amor era algo condicional o escaso. Estas creencias, arraigadas profundamente, configuran una figura interna de carencia: no merezco más, esto es mejor que nada, si lo dejo, me quedo solo/a.
Aunado a lo anterior, es importante mencionar que la persona migajera no necesariamente sufre de una patología clínica, pero sí puede estar atravesando un proceso de desvalorización personal, baja autoestima o dependencia emocional. Más que etiquetar como trastorno, la psicoterapia Gestalt mira estas actitudes como formas de adaptación que, si bien funcionaron en algún momento, hoy limitan el crecimiento personal.
Por otro lado, aceptar migajas revela un autoabandono. El foco está puesto en el otro: en si viene, en qué hace, en cuánto da. Se pierde el centro, se diluye el contacto auténtico con uno mismo. El contacto sano implica consciencia de lo que se necesita, lo que se siente, y la capacidad de responder a ello sin anularse.
También, existe una distracción cognitiva llamada falsia del cambio y de trás de cada migaja aceptada hay una fantasía de totalidad y pensamiento de que: quizás cambie, si me esfuerzo más, algún día se dará cuenta. Pero la realidad es que el amor no se ruega ni se dosifica. Se da o no se da.
Para salir de esta trampa emocional, es importante tener en cuenta lo siguientes puntos que pueden abrir camino hacia relaciones más sanas y completas:
- 1. Date cuenta: El primer paso es siempre la toma de conciencia. ¿Qué estás recibiendo realmente? ¿Cómo te sientes después de cada interacción? Nombrar lo que duele ya es empezar a sanar.
- 2. Contacta con tu necesidad real: ¿Qué es lo que de verdad deseas? ¿Una relación estable? ¿Afecto genuino? Deja de negociar contigo mismo para aceptar menos de eso.
- 3. Recupera tu figura interna: Trabaja en tu autoconcepto. Recuerda que mereces amor completo, no favores emocionales. El trabajo terapéutico ayuda a restaurar esa imagen interna fragmentada.
- 4. Pon límites claros: La persona migajera suele tener límites difusos. Aprende a decir no, a cerrar ciclos inconclusos y a elegirte sin culpa.
- 5. Sostén la soledad: Aceptar migajas suele ser una forma de no estar en soledad. Pero estar en soledad no es lo mismo que estar vacío. La soledad bien vivida puede ser el espacio fértil para reconectar contigo.
Por último, ser una persona migajera no es un defecto; es una señal. Nos dice que hay algo dentro que aún necesita ser abrazado, reconocido, reparado. No se trata de culparse por las elecciones, sino de hacerse responsable, porque cuando dejas de aceptar migajas, el hambre emocional se transforma en autoamor. Y desde ahí, desde esa plenitud, es que se puede construir relaciones verdaderamente nutritivas.
Si crees que presentas algo de lo presentado y deseas modificar esto, acude con un profesional e inicia tu proceso terapeutico para trabajar en mejorar tus relaciones.