Morelia, Mich. | Agencia ACG.- En los últimos días, las paredes de cantera del Centro Histórico de Morelia han vuelto a llenarse de frases y consignas que reflejan el pulso de los movimientos sociales actuales.
En muros, esquinas y columnas se leen mensajes a favor de Palestina, reclamos del movimiento feminista y recordatorios de los estudiantes normalistas que mantienen viva la memoria de Ayotzinapa.
Cada una de esas frases parece buscar lo mismo: no pasar desapercibida. Para muchos manifestantes, escribir sobre los muros no es un acto de destrucción, sino una forma de hacer visible un mensaje que, de otro modo, podría perderse en el ruido cotidiano.
Desde esa mirada, las pintas representan un gesto de iconoclastía —una ruptura con lo establecido, una manera de tomar la palabra en espacios donde casi siempre ha hablado la historia oficial.
Sin embargo, esta expresión también genera debate. Las fachadas del Centro Histórico, declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad, están protegidas por su valor histórico y arquitectónico. Las pintas sobre cantera son difíciles de eliminar sin dañar la piedra, lo que preocupa a especialistas y ciudadanos que ven en ello una afectación al legado que la ciudad busca conservar.
Mientras unos defienden el derecho a la protesta y el carácter simbólico de la acción, otros piden respeto por los espacios que forman parte de la identidad de Morelia.
En medio de ambas posturas, las paredes se convierten en un punto de tensión: entre la memoria que se protege y la que se escribe con urgencia.
Así, los muros de cantera —testigos de siglos de historia— siguen sumando capas de significados. Entre la permanencia del patrimonio y la fuerza de la protesta, las paredes del Centro Histórico hablan de una ciudad viva, donde el pasado y el presente siguen dialogando, aunque a veces lo hagan con aerosol.