Por OCTAVIO OCAMPO CÓRDOVA*
Las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) son el motor de la economía mexicana y, por supuesto, de las 32 entidades federativas, dado que constituyen el 99.8 % de las unidades económicas del país, aportan más de la mitad (52 %) al Producto Interno Bruto (PIB) y generan el 68 % del empleo nacional, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Sin duda, las Mipymes reflejan la diversidad regional y productiva del país. En este universo de unidades económicas encontramos desde pequeños negocios familiares de oficios tradicionales, como la cerámica o la orfebrería, hasta medianas industrias manufactureras y agrícolas que forman parte de las cadenas de valor y exportan sus productos.
Esta riqueza y variedad deberían ser una fortaleza, pero las cifras muestran otra realidad, más de la mitad de estas empresas cierra antes de cumplir dos años y las razones son múltiples: altos niveles de informalidad, falta de financiamiento, carencia de capacitación y un profundo rezago tecnológico, principalmente.
Para muestra, un botón. Seis de cada diez micro, pequeñas y medianas empresas operan en la informalidad, y tres de cada cuatro no cuentan con garantías, historial crediticio ni asesoría técnica para presentar proyectos viables que les permitan acceder a un crédito.
En el ámbito tecnológico, apenas una de cada cuatro utiliza equipo de cómputo e internet en sus actividades cotidianas; peor aún, solo el 5.5 % ha logrado incursionar en el mercado de ventas en línea. Este rezago tecnológico evidencia un problema estructural, pues, sin una transformación digital, las Mipymes están condenadas a perder competitividad en un entorno económico cada vez más exigente e inmerso en el mundo de las tecnologías de la información y la comunicación.
Frente a estos desafíos, también se abren oportunidades. En primer lugar, las condiciones geopolíticas han renovado el interés por relocalizar cadenas de valor, y México —por su ubicación estratégica y sus tratados comerciales— puede convertirse en un hub regional de producción y exportación. En segundo lugar, resulta un gran acierto que el Plan México coloque en el centro de sus objetivos el fortalecimiento del consumo interno y la integración de la proveeduría local, además de asegurar que al menos 30 % de las Mipymes tenga acceso a financiamiento.
En Michoacán, el peso de las Mipymes es igualmente significativo. De acuerdo con los resultados de los Censos Económicos 2024, existen 260,097 establecimientos, de los cuales el 61 % pertenece al comercio y la industria manufacturera. Aunque el espíritu emprendedor abunda en la entidad, muchos proyectos no logran consolidarse por la falta de seguridad y certeza legal, recursos, capacitación y redes de apoyo. Incluso, quienes logran formalizarse enfrentan obstáculos para encontrar clientes, acceder a nuevos mercados y vincularse con las cadenas de valor.
Si bien, hay pequeñas empresas de los sectores artesanal y agroindustrial que han logrado crecer y exportar gracias a la apertura de nuevos mercados, el financiamiento, el acompañamiento y el comercio electrónico, son casos aislados y no representan aún una transformación generalizada del sector.
En este sentido, la vinculación de las Mipymes con los Polos de Desarrollo para el Bienestar resulta clave. Estos polos, al concentrar inversión, infraestructura y demanda, pueden ser el espacio ideal para que estas unidades económicas se integren a proyectos productivos de mayor escala, generen empleos y contribuyan a reducir las desigualdades regionales de Michoacán.
Hoy, más que nunca, tenemos la oportunidad de que estas empresas no solo sobrevivan, sino que crezcan, se fortalezcan y compitan en mejores condiciones. Estoy convencido que apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas no es solo una decisión económica, sino también una causa social. Es creer en la gente que todos los días abre su negocio con esfuerzo, compromiso y esperanza, porque detrás de cada tienda, panadería, taller o fábrica hay una historia de lucha, de trabajo y una apuesta valiente por salir adelante.
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*Octavio Ocampo Córdova. Es Licenciado en Derecho por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ha tenidos diversos cargos en el PRD, hasta llegar a la dirigencia estatal. Fue presidente municipal de Tuzantla. Diputado local en dos ocasiones. Actualmente dirige al Partido de la Revolución Democrática Michoacán y es diputado en la 76 Legislatura del Congreso del Estado.