Las autoridades han privilegiado el estatus de patrimonio cultural y zona turística y comercial sobre la vivienda
Daire Zúñiga / La Voz de Michoacán
Morelia, Michoacán. Desde 2001 a la actualidad, aproximadamente 49 mil personas han abandonado sus inmuebles ubicados en el Centro Histórico, en un proceso de gentrificación que ha despoblado el corazón de Morelia para compartirlo primordialmente en un espacio para el turismo, el consumo y el comercio. A su paso, alrededor de 600 espacios habitacionales están en muy mal estado e incluso cerca del colapso.
A partir de que la zona de los monumentos en la capital michoacana fue declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, las propias condiciones del Centro de Morelia han desplazado a generaciones que habitaban en dicho espacio, principalmente con la avalancha de negocios queriendo sacar ventaja de este nombramiento, como los restaurantes, bares y hoteles.
Anteriormente, la mayoría de las casonas y edificios eran habitados por familias, mientras que algunos más eran museos o recintos de alguna autoridad de gobierno; sin embargo, la dinámica ha cambiado y ahora los espacios son utilizados para establecer locales comerciales, habiendo manzanas donde se puede encontrar más de cinco negocios con venta de bebidas alcohólicas en la llamada Zona de Monumentos.
Casi el 75 por ciento de la población se ha visto desplazada por diferentes razones. El gerente del Centro Histórico de Morelia, Gaspar Hernández Razo informó que hace 23 años, se tenían cerca de 67 mil habitantes en esta zona de la urbe, sin embargo, como parte del proceso de gentrificación, actualmente residen apenas 18 mil personas, con tendencia a mantener su proceso de “despoblación”.
Aseguró que el desplazamiento de sectores populares en el Centro Histórico principalmente se debe a que la restauración de las casas y edificios es altamente costosa, ya que debe apegarse a las condiciones originales del inmueble de acuerdo con la normativa del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), lo que no solamente es una alta carga burocrática, sino de recursos.
De acuerdo con lo informado por Gaspar Hernández, la mayoría de las generaciones que han vivido en el Centro y deben restaurar su inmueble optan por ponerlo a la venta debido a los costos de los materiales necesarios de reparación. En algunos casos incluso se sabe de casos que dejan mejor que la propiedad se venga abajo antes de intentar repararla.
El gerente mencionó que los propietarios deben esperar la oportunidad de que un comprador con suficientes recursos para la restauración adquiera el inmueble, pero de no ser así, los habitantes deciden abandonar definitivamente sus hogares, pues más allá de eso se vuelven inhabitables, sumado al aumento en tarifas de servicios públicos.
Para frenar el proceso de gentrificación, Hernández Razo indicó que es necesario que la situación económica de los propietarios sea “muy holgada”, lo que no sucede en la mayoría de los casos de los morelianos.
INAH, más trabas que facilidades
Por su parte, Alfonso Guerrero Guadarrama, presidente de la Asociación de Comerciantes y Vecinos del Centro Histórico (Covechi) aseguró que el Centro de Morelia se ha convertido en un espacio con mayor actividad comercial, lo que ha facilitado el proceso de éxodo de familias que habitaban en esa zona.
Además del alto costo y las normas del INAH, asegura que las problemáticas de bloqueos, marchas, falta de estacionamientos (relacionado con el aumento de espacios comerciales) han influido en el desplazamiento de los ciudadanos.
De acuerdo con Guerrero Guadarrama, el proceso de gentrificación se aceleró a partir del 2010, y se estima que el crecimiento comercial aumentó un 15 por ciento respecto a lo que anteriormente se tenía en la capital, lo cual representa una relación con el abandono de vivienda, “pues estas casas-habitación se han convertido en centros de negocios y comercios”.
La despoblación en el centro también se debe a las diferentes oportunidades de vivienda que actualmente se ofrecen en otras partes del municipio, pues las familias deciden comprar una residencia en otras partes, ya sea por economía, tranquilidad u otras facilidades. Hay que tomar en cuenta que también desde el nombramiento de la UNESCO los precios de las propiedades en el Centro aumentaron notablemente.
El presidente de Covechi coincidió en que los propietarios de inmuebles en el Centro no pueden solventar los gastos de mantenimiento debido a las reglas que dispone el INAH y que, irónicamente, sólo abonan al deterioro de las viviendas.
Consideró que hay una exageración en la imposición de estas normas, pues hay una intolerancia en las modificaciones que podrían beneficiar a los propietarios al ser de menor costo, sin embargo, se exige que las condiciones de las casas cuenten con las mismas características de antigüedad, lo que conlleva costos elevados.
“A los que tenemos alguna vivienda catalogada en el Centro Histórico nos exigen que se pinte con proceso antiguo de reparar la pintura con cal, este proceso además de que dura menos tiempo aplicado es más costoso porque tiene que hacerlo alguien que conozca bien esas técnicas para poderla aplicar… No todas las personas pueden pagar ese tipo de costos que implica restaurar una casa como se hacía antes”.
Guerrero Guadarrama reconoció que es importante la conservación de las viviendas en su estado original, no obstante, recalcó que se observan muchas viviendas en condiciones prácticamente de ruinas por no poder solventar los precios de reparación.
Destacó que, pese al nombramiento, se debería anteponer solventar la necesidad de vivienda que garantice la seguridad de sus habitantes, incluso si se utilizan otro tipo de materiales y siempre y cuando se conserven la fachada y las características generales de la vivienda.
Afirmó que en el Centro Histórico hay alrededor de 600 viviendas en muy mal estado y hasta en riesgo de colapso, lo que representa un riesgo para la sociedad en general.
Finalmente, compartió que se debe encontrar un diálogo con las autoridades para que este tipo de viviendas puedan ser reparadas de tal modo que no se vea afectada la economía de los propietarios y se permita hacer uso de otro tipo de materiales.
Si sus propietarios originales no pueden solventar estos gastos y con el fenómeno de la gentrificación en marcha, en unas décadas el Centro de Morelia pasará a ser una zona exclusiva de turismo y costeada por la clase social más alta de la ciudad.