Morelia, Michoacán, 05 de febrero de 2025.- El 5 de febrero es una fecha de gran significado tanto para México como para la ciudad japonesa de Nagasaki. En este día, pero de 1597, 26 cristianos fueron martirizados en la colina de Nishizaka, entre ellos San Felipe de Jesús, el primer santo nacido en la Nueva España. La pila bautismal de San Felipe que aún se conserva en la Catedral Metropolitana, es un testimonio de la enorme importancia que el santo ha tenido para la expansión de la fe en nuestra nación.
Nagasaki, una ciudad portuaria en el suroeste de Japón, posee una historia tan rica y compleja que bien podría ser el guion de una épica cinematográfica y de hecho en cierta forma lo ha sido, la película “Silence” (2016) de Martin Scorsese, narra capítulos de la persecución cristiana que se vivió en el Japón del siglo XVII.
La primera vez que visité Nagasaki fue en el año de 2008, casi por casualidad, en ese entonces estudiaba en la Universidad de Kyushu en Fukuoka. Nagasaki se encontraba a dos horas de distancia y por ser un trayecto corto y barato decidí realizarlo para conocer la ciudad donde se había arrojado una de las bombas atómicas.
Encontré una ciudad donde lo que menos me interesó fue el triste suceso de la guerra. Me maravilló la belleza de sus paisajes, un puerto hermoso rodeado de colinas que inspiró la ópera de Madama Butterfly, de Giacomo Puccini.
Sirva el presente artículo para enumerar algunas de las joyas que un católico, y especialmente un mexicano, puede descubrir en este sitio que alguna vez fue llamado “La Roma de Japón” por la cantidad de iglesias que ahí se edificaron.
Los mártires de Nagasaki y San Felipe de Jesús
El 5 de febrero de 1597, en la colina de Nishizaka en Nagasaki, 26 cristianos fueron crucificados por orden del daimyō Toyotomi Hideyoshi. Entre ellos se encontraba San Felipe de Jesús, un fraile franciscano nacido en la Ciudad de México, entonces parte de la Nueva España. Este trágico evento marcó el inicio de una intensa persecución contra los cristianos en Japón. San Felipe de Jesús es venerado como el primer mártir mexicano y fue canonizado en 1862. Su figura es de gran importancia para la Ciudad de México, donde es considerado santo patrono, y su festividad el 5 de febrero solía ser una celebración de gran magnitud, con verbenas en la Plaza frente a la Catedral Metropolitana.
En el Parque Nishizaka se encuentra la Iglesia de San Felipe de Jesús, construida entre 1958 y 1962 en conmemoración de los mártires de 1597. Este proyecto fue posible gracias a donaciones, principalmente de mexicanos, y es considerado un ejemplo importante de la arquitectura modernista en Japón.
El Museo de los 26 Mártires y la Iglesia de San Felipe de Jesús son paradas obligadas para aquellos interesados en la historia del cristianismo en Japón y su conexión con México.
Nagasaki: una ciudad que nació siendo cristiana
Nagasaki es única en Japón por su origen católico. Fue desarrollada por misioneros jesuitas que en 1580 recibieron el puerto de Nagasaki a perpetuidad de manos de Ōmura Sumitada, el primer daimyō japonés en convertirse al cristianismo. Desde su fundación, se prohibió la práctica del budismo y el sintoísmo, las religiones predominantes en Japón. Este origen católico convirtió a Nagasaki en un blanco de persecuciones por parte de los señores feudales que unificaron Japón, quienes veían al cristianismo como una amenaza y una posible estrategia de colonización.
La Iglesia de Ōura y los cristianos ocultos: un milagro de fe en Nagasaki
En el corazón de Nagasaki se encuentra la Iglesia de Ōura, un monumento de gran significado para la historia del cristianismo en Japón. Construida en 1864 por misioneros franceses tras la apertura del país al comercio internacional, es la iglesia católica más antigua de Japón que sigue en pie y un símbolo del renacimiento del cristianismo tras siglos de persecución. Su importancia es tal que en 2018 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO como parte de los “Sitios Cristianos Ocultos en la Región de Nagasaki”.
Lo que hace que esta iglesia sea aún más especial es un descubrimiento milagroso que ocurrió en 1865, apenas un año después de su construcción. Un grupo de aldeanos japoneses, vestidos con ropas humildes y con un japonés entrecortado, se acercaron a un sacerdote francés, el padre Bernard Petitjean, y le preguntaron por la Virgen María.
Aquel fue el momento en que se descubrió la existencia de los “Kakure Kirishitan” o cristianos ocultos, quienes habían mantenido en secreto su fe durante más de 250 años, desde que el cristianismo fuera prohibido en el siglo XVII. Sin sacerdotes, sin Biblias, y bajo riesgo de muerte, estas comunidades clandestinas lograron transmitir su fe de generación en generación mediante oraciones, ritos y símbolos cristianos disfrazados de prácticas budistas o sintoístas.
La Iglesia de Ōura, además de ser un testimonio arquitectónico de la influencia cristiana en Nagasaki, representa el triunfo de la fe sobre la persecución y la asombrosa resistencia de aquellos que, en las sombras, lograron mantener viva su creencia. Hoy en día, la iglesia sigue siendo un importante lugar de peregrinación y un recordatorio del sacrificio y la devoción de los primeros cristianos japoneses.
La Catedral de Urakami
En lo alto de una colina en Nagasaki, la Catedral de Urakami se erige como un testimonio vivo de la fe cristiana. Antes de la Segunda Guerra Mundial, este templo era la iglesia católica más grande de Asia Oriental. Sin embargo, el 9 de agosto de 1945, la bomba atómica explotó a tan solo 500 metros de la catedral, reduciéndola a escombros y dejando en ruinas su majestuoso interior.
Entre los restos calcinados que se recuperaron tras la explosión, se encontraron varias estatuas religiosas gravemente dañadas, muchas de las cuales aún se exhiben dentro del templo como un recordatorio del horror de la guerra y la resiliencia de la fe. Quizá las más sobrecogedoras sean las figuras de los santos y la Virgen María, cuyos rostros quedaron parcialmente derretidos y ennegrecidos por la explosión. Sus expresiones, ahora desgastadas por el fuego atómico, evocan un profundo sentimiento de sufrimiento, pero también de esperanza. En lugar de ser restauradas, estas imágenes fueron preservadas en su estado original, como un símbolo de la tragedia que vivió la ciudad y la fortaleza de su comunidad cristiana.
El altar de la catedral alberga otra imagen de la Virgen María, un ícono mariano que también sufrió el impacto de la bomba. A pesar del daño, sigue siendo un objeto de devoción para los fieles que visitan la iglesia. Muchos peregrinos y turistas acuden a Urakami no solo para recordar la historia de la bomba atómica, sino para reflexionar sobre la paz y la reconciliación. En este altar, donde los restos de una imagen mutilada de la Virgen María presiden el espacio, la comunidad cristiana de Nagasaki ha encontrado consuelo y una renovada inspiración para seguir adelante, llevando en su fe el mensaje de amor y perdón.
La Catedral de Urakami no es solo un monumento a la destrucción, sino un símbolo de la redención y la perseverancia de la Iglesia en Japón. En su reconstrucción, completada en 1959, se mantuvo vivo el espíritu de aquellos que, incluso en las cenizas de la guerra, nunca dejaron de creer.
Un llamado a los viajeros mexicanos
A pesar de la creciente popularidad de Japón como destino turístico, Nagasaki sigue siendo una joya poco explorada por los viajeros mexicanos. La ciudad no solo ofrece una profunda conexión histórica y religiosa con México a través de la figura de San Felipe de Jesús, sino también una oportunidad para reflexionar sobre la paz y la resiliencia humana.
Visitar Nagasaki es adentrarse en una narrativa donde convergen culturas, religiones y lecciones de la historia. Es una invitación a descubrir una faceta de Japón que pocos conocen, pero que deja una impresión duradera en el corazón de quienes la exploran.
Así que, estimado lector, la próxima vez que planifique un viaje al País del Sol Naciente, considere incluir a Nagasaki en su itinerario. Más allá de los templos y rascacielos, encontrará una ciudad que, con su historia y espíritu, enriquece el alma y la mente. (CON INFORMACIÓN DE: DESDE LA FE)