Extraditamos a los Estados Unidos a “el Ratón”, Ovidio Guzmán, hijo de “el Chapo”, el 15 de septiembre de 2023

Extraditamos a los Estados Unidos a “el Ratón”, Ovidio Guzmán, hijo de “el Chapo”, el 15 de septiembre de 2023. En la primera audiencia que se celebró en ese país, se declaró “no culpable” de todos los cargos que se le imputaban.

Pero el viernes de la semana pasada, en otra audiencia formal frente a La Corte, “el Ratón” cambió de opinión y decidió cantar, “soltar la sopa”, declararse culpable y desembuchar todo lo que las autoridades gringas quieran saber respecto las circunstancias de tiempo modo y lugar de los ilícitos de los que lo acusan, a cambio de una serie de beneficios que la justicia norteamericana suele ofrecer a los delincuentes que se vuelven cooperantes.

Cuando los mexicanos decidimos entregar a Ovidio a las autoridades gringas lo hicimos como un acto de cooperación y buena fe, para que vieran la buena disposición que tenemos en eso del combate a la delincuencia organizada y al flagelo de las drogas, particularmente con el fentanilo maldito que provoca miles de muertes a los consumidores gringos. La propia Casa Blanca declaró que “fue un logro significativo en la relación México-EEUU”.

Pero tiempo después, en agosto de 2024, sucedieron otros hechos no suficientemente aclarados: el otro hijo del chapo, Joaquín Guzmán López, el Güero, se entregó voluntariamente a las autoridades norteamericanas, pero lo hizo llevándose en contra de su voluntad a su padrino Ismael Zambada García, el poderoso, escurridizo y legendario capo líder del cártel de Sinaloa.

Todo esto, en una serie de sucesos que han permanecido en una nebulosa información internacional: quién sabe qué sucedió. Dicen que el gobernador de Sinaloa no estaba en una reunión donde levantaron y después mataron al ex rector de la Universidad de Sinaloa; que el político lo mataron ese día, pero por otros motivos no aclarados, y no sé qué otros tantos cuentos. El hecho es que entregaron a Zambada a los gringos y se desató una guerra entre los dos principales grupos del cártel de Sinaloa: Los Chapitos y Los Mayos.

Ahora sucede que después de la audiencia de “el Ratón”, cuando se sabe que apenas llegaron a un acuerdo para que diga lo que sabe el hijo de “el Chapo”, el abogado de Ovidio, un tal Jefrrey Lichtman, se puso a acusar a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, de actuar como un brazo publirrelacionista de la otra facción del Cartel de Sinaloa, “los Mayos”. En una larguísima entrevista hizo declaraciones temerarias y francamente ofensivas en contra del gobierno mexicano y de la presidenta Claudia.

La presidenta de México Claudia Sheinbaum respondió en una conferencia de prensa desde Sinaloa: “Son irrespetuosas totalmente de la institución presidencial. No establecemos relaciones de complicidad con nadie”. Y el abogado de “el Ratón” replicó: “Al parecer, la presidenta de México Claudia Sheinbaum está disgustada con mis sinceros comentarios sobre su oficina y gobierno corruptos”.

En mi humilde opinión esta acusación no debió haber sido respondida por la presidenta de México. Que el abogado de un delincuente se ponga a realizar imputaciones tan graves debió merecer, si acaso, una respuesta de un funcionario de un menor rango dedicado a funciones de política criminal. Es cierto que el abogado gringo está queriendo deteriorar la imagen de la institución presidencial, pero caer en su juego de responderle directamente es rebajar el nivel de la figura que todos deberíamos proteger.

Lo terrible del asunto es que si este tipo, un simple defensor de delincuentes, realiza acusaciones políticas de esta magnitud, resulta pavoroso pensar que el implicado, Ovidio Guzmán, podría caminar por la misma senda y realizar acusaciones que pretendan involucrar a otras instituciones o políticos mexicanos en las actividades delictivas en las que estuvo involucrado y de las cuales se ha declarado culpable.

La presidenta de México ha sido contundente: “No establecemos relaciones de complicidad con nadie”. Yo le creo a ella, pero ¿podemos estar seguros de que políticos o funcionarios de otro nivel o de otra época pueden afirmar, con la cara en alto, lo mismo?

Lo peor de todo esto es que estos escándalos tienen sus repercusiones en otras esferas de las relaciones con nuestros vecinos del norte.

Después de esta escaramuza de dimes y diretes, el presidente Donald Trump envió una carta a su homóloga mexicana, Claudia Sheinbaum, en la que le anunció la imposición de nuevos aranceles, esta vez del de 30% a todas las importaciones, a partir del 1 de agosto, “por no hacer lo suficiente” contra los cárteles que trafican fentanilo a su país.

Tengo la impresión de que hagamos lo que hagamos, colaboremos como colaboremos, extraditemos a quienes extraditemos, o realicemos las acciones de combate al narcotráfico que realicemos, de todos modos, no lograremos convencer al presidente de los Estados Unidos de que somos sus amigos. Porque, como recientemente declaró la actriz Rosie O´Donnell: Trump es “un criminal estafador, abusador sexual, mentiroso, sin alma, con demencia, que carece de empatía, compasión y humanidad básica”. Es decir, estamos totalmente perdidos.

luissigfrido@hotmail.com