Cuando se decidió crear el Metro de la ahora Ciudad de México, en 1967, el objetivo era crear un sistema de transporte que se convirtiera en el eje vertebrador de un sistema de movilidad citadino (Brugada dijo que es el corazón de la movilidad de la ciudad) que hasta ese momento no existía
Cuando se decidió crear el Metro de la ahora Ciudad de México, en 1967, el objetivo era crear un sistema de transporte que se convirtiera en el eje vertebrador de un sistema de movilidad citadino (Brugada dijo que es el corazón de la movilidad de la ciudad) que hasta ese momento no existía. La población que se había multiplicado entre 1950 y 1970, se trasladaba en autobuses, que habían sustituido a los antiguos tranvías que fue hasta la década de los años cuarenta el primer sistema de transporte colectivo de la ciudad. Igualmente, era necesario atemperar el uso del automóvil que se multiplicó con el fortalecimiento de la clase media que implicó la industrialización.
El Metro es parte de un sistema de movilidad. El Metro constituye la parte más importante del sistema público que se complementa con el servicio de trenes, tranvías, trolebuses y el Metrobús. El otro modo de transportación está concesionado y se integra por autobuses, microbuses y combis del que forman parte los propietarios privados. El sistema público es un modelo financiado por el gobierno que busca un beneficio social, en tanto que el concesionado opera bajo la lógica de la ganancia (gastar lo menos con el máximo provecho económico), regulado en parte por las políticas del gobierno. En su conjunto, este modelo se extiende hacia la Zona metropolitana de la ciudad.
Este sistema de movilidad cubre ya no sólo a la ciudad de México que ya no es como en los setentas aquella que concentraba junto con algunos municipios metropolitanos el 48 por ciento de la producción total bruta del país. Se trata de una ciudad que ha modificado su estructura al pasar a un modelo especializado en el comercio, los servicios y las actividades financieras (de acuerdo Bernardo Navarro Benítez, en la Revista mexicana de sociología) que ahora comparte en un modelo multicéntrico con los municipios del Estado de México e Hidalgo. Una vez que se ha creado el tren El Insurgente, de Toluca a la ciudad de México y el AIFA y el tren que viene de Pachuca a la capital y el tren Querétaro-Ciudad de México.
Entonces, todo lo que tiene que ver con el Metro es importante, sin duda, pero es historia comparado con lo que viene que es la Gran Transformación del Centro del país y de su estructura de movilidad que ahora incluye el sistema de trenes que conectará a la ciudad de México con varias entidades que hasta hace algunos años era considerada por los expertos como la Corona Metropolitana: Querétaro, Hidalgo, Toluca y muy pronto vendrán Puebla, Morelos y Tlaxcala y tal vez hasta Michoacán, no lo dudemos. Si se mira la megaestructura de movilidad que traerá una “Gran transformación” del centro del país en un futuro inmediato, lo que recibirá Rubalcaba es ahora menos de lo que realmente uno se puede imaginar, pero que no deja de ser la obra monumental y millonaria. Aquí vale la pena destacar la relocalización epicentral de la ciudad con respecto al todo que es lo que viene.
Esa Gran Transformación tendrá que ver con el hecho de que el nuevo gran sistema de movilidad del Centro del País que tiene como epicentro de la Ciudad de México no tendrá comparación (los cambios que se vendrán) con lo que ha ocurrido hasta el momento aunque evidentemente ha tenido una gran relevancia para el país, pero las implicaciones que tendrá a nivel tecnológico, del transporte, económicas, demográficas, urbanas, ecológicas y sociales y sobre todo políticas, apenas estamos viendo la punta del hilo. Yo creo que esto lo están valorando desde las altas esferas del poder y saben y han valorado la prenda que están soltando temporalmente, pero ellos miran el todo.
Está bien las críticas a Rubalcava que comparto, pero no debemos perdernos en los árboles y dejemos de mirar el bosque. Actualmente, la Ciudad de México cuenta con cerca de 10 millones de habitantes y con los municipios metropolitanos está cerca de los 22 millones, aunque depende esta cifra de qué municipios se contemplen del Estado de México. Lo que ahora tendremos es la suma de estos más de 20 millones de habitantes con quienes habitan el Valle de Toluca, Querétaro e Hidalgo, de inmediato. La nueva relación hipotéticamente abarcará aproximadamente 30 millones de habitantes solo sumando y sin prever el impacto que tendrá la ecuación a largo plazo.
Desde el punto de vista de lo que es estrictamente la movilidad, el Metro debe contemplarse en la perspectiva de resolver los problemas pendientes que tiene con respecto al crecimiento de la ciudad y que está en deuda, pero también en la lógica de la mega estructura de movilidad del sistema de trenes eléctricos que conectarán a la Ciudad de México con toda la Corona regional que ya debe buscarse una nueva manera de nombrarse, entre otros detalles. Para esta tarea se requiere de cambios sustanciales en las estructuras de gobierno que conforman las actuales e inoperantes relaciones metropolitanas que de poco han servido comparado con las necesidades de la población.
La experiencia del Insurgente se hizo con “90 por ciento expertos en política” (de la vieja escuela del PRI) y cero en lealtad a principios políticos apegados al pueblo: el resultado es que se necesitaron más de 12 años en concluir la obra y que apenas está en sus últimos detalles. Ahora se requiere de buenos gobernantes, 90 por ciento leales a la Cuarta Transformación, aunque no tengan experiencia técnica pues esa se ha acumulado ya no en ICA sino en el Ejército. ICA, después de los cambios en la administración de la Ciudad de México perdió el poder y al parecer se dedica más a operaciones financieras.
Habrá una gran transformación de la movilidad y de la región centro del país.