El destino que alguna vez fue sinónimo de exclusividad y naturaleza en equilibrio enfrenta ahora una etapa de desaceleración turística que ha encendido las alarmas entre empresarios, prestadores de servicios y autoridades locales. A diferencia de los años de auge, cuando las reservas se agotaban con meses de anticipación, hoy los hoteles y restaurantes reportan una baja sostenida en la ocupación y el consumo, lo que evidencia un cambio de tendencia en el Caribe mexicano.
De acuerdo con datos del Sistema de Información Turística del Estado, la ocupación promedio en Tulum durante las últimas semanas ronda el 54%, una cifra que contrasta con la alta demanda registrada en temporadas anteriores. Sin embargo, detrás de los números hay factores estructurales que van más allá de la simple fluctuación estacional.
Expertos del sector coinciden en que la situación actual es resultado de un crecimiento acelerado y poco planificado. La expansión inmobiliaria, el incremento en los costos operativos y la falta de infraestructura básica, como sistemas de drenaje y manejo de residuos, han comenzado a afectar la experiencia de los visitantes.
“Durante años, Tulum fue una marca que vendía exclusividad, pero los servicios no crecieron al mismo ritmo que la demanda. Hoy el turista percibe saturación, precios elevados y una pérdida del encanto natural que caracterizaba al destino”, explicó un especialista en turismo sustentable.
El aumento de precios en hoteles, transporte y alimentos ha generado una percepción de inaccesibilidad incluso entre los viajeros nacionales. Además, varios visitantes han señalado que las políticas de acceso restringido a playas y zonas naturales han restado atractivo a la experiencia.
A ello se suma la presencia recurrente de sargazo, fenómeno que desde hace varios años afecta la imagen del litoral caribeño y que, según ambientalistas, se ha agravado por la contaminación y los cambios en las corrientes marinas.
Ante esta situación, los empresarios turísticos han pedido un plan integral de reactivación, que contemple la mejora de la infraestructura, el fortalecimiento de la seguridad y estrategias para atraer turismo responsable.
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El Ayuntamiento de Tulum, por su parte, aseguró que trabaja en la diversificación de la oferta turística, impulsando proyectos culturales, de bienestar y de conservación ambiental para recuperar la confianza del visitante.
“Es momento de redefinir lo que Tulum quiere ser. No se trata solo de llenar hoteles, sino de garantizar que el turismo siga siendo una fuente de bienestar sin dañar el entorno”, expresó un representante local del sector hotelero.
La situación de Tulum refleja un fenómeno que afecta a otros destinos de la región: el reto de mantener un equilibrio entre el crecimiento económico, la preservación ambiental y la accesibilidad para el turismo nacional.
Si bien el paraíso no ha desaparecido, Tulum se encuentra en un punto de inflexión: reinventarse de forma sostenible o correr el riesgo de perder la esencia que lo convirtió en uno de los lugares más admirados del mundo.
Fuente: Milenio