Morelia, Michoacán, 03 de agosto de 2024.- Thomas Lilti es un caso singular en el cine francés. Paralelamente a su labor como director y guionista, sigue ejerciendo su profesión como médico general. Decidido a seguir los pasos de su padre, Lilti se matriculó en la facultad de medicina, pero al mismo tiempo se embarcó en varios proyectos cinematográficos antes de anotarse su primer éxito en las pantallas. Hipócrates (Hippocrate, 2014), es una comedia dramática que muestra la vida de un joven internista durante sus primeras experiencias profesionales. La cinta tuvo tan buen recibimiento que posteriormente se adaptó para una serie de televisión.
El cineasta aprovechó el impulso de este primer triunfo y rápidamente consiguió el financiamiento para rodar un par de películas más sobre esta profesión, Un amigo irremplazable (Médecin de campagne, 2016), en donde François Cluzet interpreta a un médico rural a punto de retirarse y Primer año (Première année, 2018), que cuenta las experiencias de un par de amigos que inician sus estudios de medicina. Para su más reciente producción, Thomas Lilti decidió explorar un campo que también conoce a profundidad, el de la docencia. En su entorno familiar hay varias personas que se desenvuelven profesionalmente en el área educativa, lo mismo en escuelas secundarias, preparatorias y universidades, por lo que conoce muy bien los retos de tan noble labor.
Un trabajo en serio (Un métier sérieux, 2023), es una película coral en donde se cuentan las experiencias de un grupo de docentes de secundaria a lo largo de un ciclo escolar. El elenco está conformado por actores con los que el director ha trabajado anteriormente, como Vincent Lacoste y François Cluzet, a ellos se suma una de las actrices francesas más solicitadas en la actualidad, Adèle Exarchopoulos.
Aunque buena parte del metraje se desarrolla al interior de una escuela, lo cierto es que la mirada es desde el punto de vista de los maestros. Durante su paso por las aulas muchos estudiantes, padres de familia y autoridades educativas pasan por alto que los docentes tienen una vida más allá de su profesión. Lilti es consciente de que en Francia, al igual que en muchos países, la sobrecarga laboral de muchos empleados de este sector afecta la vida personal e incluso la salud de varios de ellos.
Después de una concienzuda investigación, Thomas Lilti logró crear una serie de personajes que aman su trabajo pero también lo sufren. En este grupo heterogéneo encontramos al que llegó por accidente y encontró su vocación, al veterano que siente que ha perdido la conexión con sus estudiantes, a la maestra que no puede controlar a su hijo adolescente y termina con una crisis nerviosa, los profesores de educación física que mantienen un discreto romance y la que por fin recibe el cambio de centro de trabajo que tanto pedía, pero le cuesta separarse de sus compañeros.
El cineasta plasma en estas historias un realismo casi documental aderezado con dosis de humor. Muestra de la misma manera los grandes aciertos al igual que los fracasos de un colectivo que trata de encontrar lo mejor en cada uno de los estudiantes, pero que al mismo tiempo lucha contra un sistema educativo y una sociedad que no valoran adecuadamente su labor. En resumen, Thomas Lilti supo encontrar el tono adecuado, que sentirán muy cercano quienes se desempeñen en esta actividad profesional, y afortunadamente muy lejos de la insufrible cursilería de Radical (2023), lo más reciente de Eugenio Derbez.