Morelia, Michoacán, 26 de noviembre de 2024.- El término «conspiranoico» se refiere a una persona que, de manera intensa y muchas veces irracional, defiende una teoría de conspiración, creyendo que existe una trama oculta y organizada que busca engañar, controlar o manipular a la sociedad. Estas personas sostienen que gobiernos, corporaciones o grupos secretos están detrás de eventos aparentemente normales. En su mente, estas conspiraciones explican fenómenos que, de otro modo, podrían interpretarse de forma lógica o científica.
La palabra «conspiranoico» es una combinación de «conspiración» y «paranoico». «Conspiración» hace referencia a una acción secreta para lograr un fin específico, generalmente perjudicial, y «paranoico» se usa para describir un estado mental de desconfianza extrema y temor injustificado hacia los demás. El término apareció a mediados del siglo XX en el contexto de la Guerra Fría, una época en la que la desconfianza en el gobierno y en las instituciones estaba en auge debido a la manipulación de la información, los secretos de Estado y la propaganda.
El fenómeno de los conspiranoicos no es nuevo; las teorías de conspiración han existido a lo largo de la historia. Desde la creencia en sociedades secretas en la antigüedad hasta el temor a los Illuminati en el siglo XVIII. El fenómeno se intensificó en la era de internet, que facilitó la difusión de información sin filtros y sin comprobación. Las redes sociales y foros permitieron a los conspiranoicos conectarse y amplificar sus teorías, lo que resultó en una explosión de desinformación que alcanzó su punto más álgido en el siglo XXI.
Los conspiranoicos tienden a agruparse en torno a ciertos temas, algunos de los cuales han alcanzado notoriedad mundial. Entre los más frecuentes están: Ovnis y extraterrestres; la creencia de que los gobiernos ocultan la existencia de vida extraterrestre es una de las teorías más duraderas. Desde el caso de Roswell hasta el Área 51, los conspiranoicos sugieren que se ocultan pruebas de contacto alienígena. Una de las teorías más populares sostiene que existe un grupo de élite que gobierna secretamente el mundo; esta teoría incluye a personajes públicos y organizaciones como el Club Bilderberg o los Illuminati, a quienes se les atribuyen supuestos planes de control social.
Los movimientos antivacunas han ganado popularidad en los últimos años, y muchos conspiranoicos creen que las vacunas son un medio para controlarlos, dañarlos o espiarlos. Esto fue especialmente relevante durante la pandemia de COVID-19.
Pero los conspiranoicos no se detienen ahí, para ellos prácticamente cualquier cosa es susceptible de ser parte de una conspiración, como los atentados terroristas de 2001 en Nueva York. Los conspiranoicos creen, y lo creen con una fe de carbonero, que el propio gobierno de Estados Unidos estaba involucrado en los ataques para justificar intervenciones militares y la implantación de políticas de vigilancia.
Hoy en día, los conspiranoicos tienen un alcance global gracias a las redes sociales y los medios de comunicación alternativos. Plataformas como YouTube, Facebook y Twitter (ahora X) han sido focos de desinformación, a pesar de los esfuerzos de moderación. La capacidad de formar comunidades en línea permite a los conspiranoicos reafirmar sus creencias y rechazar la información verificada.
Ahora bien, ¿por qué un conspiranoico no acepta argumentos en contra de su teoría? Los conspiranoicos suelen ser muy resistentes a cualquier argumento en contra de sus creencias, y esta cerrazón se debe a varios factores psicológicos y sociales. En primer lugar, experimentan lo que se conoce como «sesgo de confirmación», un fenómeno que hace que busquen, interpreten y recuerden solo aquella información que refuerza su punto de vista, descartando cualquier dato que lo contradiga. Además, esta tendencia les brinda un sentido de pertenencia y control; ser «conocedor» de una verdad oculta les da seguridad en un mundo caótico. Otro aspecto clave es la «disonancia cognitiva»: aceptar que están equivocados generaría una incomodidad tan fuerte que prefieren ignorar las pruebas que desafían su teoría.
Conclusión: Los conspiranoicos pueden encontrarse en cualquier parte del mundo y representan un desafío complejo para las sociedades actuales, ya que, en muchos casos, promueven la desconfianza y la desinformación. ¿Arreglo para esto, ya que una solución completa no la hay? Intentar comprender sus creencias y las razones de su cerrazón ante argumentos sólidos y con buena suerte y mucho ingenio diseñar estrategias de comunicación más efectivas, capaces de contrarrestar la propagación de información falsa y reforzar la confianza en el conocimiento basado en evidencia. Aunque difícil puede ser posible. Puede, es la palabra exacta. Lo más seguro es que sigan en su necedad.