A decir de la especialista Ángela Corredor, las razones “son tan simples como complejas”, puesto que las personas con autismo son altamente sensoriales

Redacción / La Voz de Michoacán

En esta época se inicia una campaña para no usar pirotecnia por el efecto que tiene en personas con autismo, y es que la gente no cree posible que a alguien no le parezca tan divertido como al resto del mundo escuchar estruendos y explosiones.

A decir de la especialista Ángela Corredor, las razones “son tan simples como complejas”, puesto que las personas con autismo son altamente sensoriales, así que un impacto, un sonido fuerte y repentino, “entra a sus oídos como un ataque a todos sus sentidos, generando pánico y un estado de ansiedad difícil de superar: sienten que se van a morir, se siente en la piel, en los ojos. Ese destello repentino retumba en su cabeza y el olor a pólvora les queda marcado para toda la vida”.

Una vez que las detonaciones de pólvora son escuchadas, a las personas con autismo les queda el suspenso de cuándo vendrá la próxima explosión. Así que estarán en estado de alerta todo el tiempo y “es una sensación terrible tanto fisiológica como psicológicamente inmanejable”. El evento se repite una y otra vez en sus mentes. A veces queda el eco de la explosión y entran en un estado de paranoia.

¿A qué lleva finalmente esto? “A más aislamiento social. No queremos estar en un parque, en una calle con mucho ruido o en eventos masivos. Nos echan a perder una época que bien disfrutaríamos sin tanto estruendo y explosión. Para no exponerlos a esa tortura no nos queda otra que quedarnos en casa”, concluyó la especialista.