Diálogo y debate para la reforma electoral 

Yurisha Andrade Morales*

Las acciones realizadas por el gobierno federal para impulsar una reforma electoral han dividido las opiniones en torno a uno de los temas más relevantes para el futuro de la democracia mexicana, al tiempo que han generado una amplia expectativa que se refleja en la multiplicidad de voces que comparecen en las audiencias públicas organizadas por la Comisión Presidencial que se celebran en la CDMX y en otras ciudades del interior del país. Sin ánimo de incurrir en reiteraciones quisiera ampliar las reflexiones que he presentado sobre este tema.

​Empiezo por reconocer el acierto de la presidenta de la República al incorporar en la agenda del debate la posibilidad de regular el voto electrónico, dado que, como lo he sostenido en múltiples espacios, constituye una valiosa herramienta para agilizar la recepción y contabilidad de los votos, más aún si consideramos la densidad de las elecciones que se realizarán en un ejercicio como el que tendremos en 2027 que incluye elección de personas juzgadoras y, por lo tanto, la instalación de casillas separadas con diversas complicaciones que comprometen la eficacia operativa y técnica de las autoridades electorales.

​Las modalidades del voto electrónico, presencial o por vía remota, a través de urnas electrónicas o de una plataforma de internet, como ocurre en la actualidad para el voto de los mexicanos residentes en el extranjero, puede generar mejores condiciones para el desahogo de las elecciones mexicanas, que cada vez son más densas y con grados de complejidad diferenciados. Desde mi óptica, el voto electrónico aporta soluciones adecuadas para reducir los costos y para recibir los votos y obtener resultados con mayor rapidez y certeza. Como ocurre desde 2010, su viabilidad depende de que los actores políticos lleguen a los acuerdos necesarios para legislar en la materia y para que las autoridades electorales concluyan los diagnósticos e implementen pruebas piloto con mayor amplitud y cobertura; cuestión de abrevar de las experiencias favorables, como las de la India y Brasil y de estudiar las problemáticas enfrentadas por países que lo implementaron, pero no tuvieron éxito y regresaron a formas tradicionales de votar.

​Los demás temas constituyen el corazón de la reforma. Sobre ellos, reitero que su posible ajuste debe hacerse con el método del consenso, del diálogo y del debate constructivo. No de un debate donde las mayorías anulen las posturas de las minorías, sino un debate que permita acercar las posturas, que sea inclusivo y lleve el aval de todos los actores que se sujetarán a ellas, además de la consideración técnica de las autoridades que organizan y arbitran las elecciones; sobre todo, porque está en juego la posibilidad de reformar los mecanismos para la integración de la representación política, donde el punto no resuelto, está en evitar la sub y la sobrerrepresentación, para definir reglas que permitan una traducción más exacta de los porcentajes de votación alcanzados en las urnas con el número de asientos que se obtengan en los congresos y ayuntamientos.

​Al mismo tiempo, considero que la reforma debe apostar por el fortalecimiento de los organismos electorales, federales y locales, manteniendo su independencia y autonomía, pero también con la fortaleza institucional y procedimental necesaria para organizar con eficacia las elecciones y para garantizar un arbitraje imparcial. Las contiendas deben realizarse con apego al principio de equidad, sin triunfadores predefinidos, con una parte de recursos públicos que se entreguen a los partidos políticos, pero con esquemas de fiscalización y transparencia reforzados. Todos debemos saber cómo gastan, los partidos y sus candidaturas, los montos del financiamiento que se les entregan. 

​Es claro que puede haber elecciones sin democracia, pero en esa sinergia, no puede haber democracia sin elecciones íntegras, auténticas y competitivas. En México la transición a la democracia se dio, en buena medida, porque los actores políticos han logrado reformas de consenso para construir autoridades imparciales y procesos electorales creíbles.

Magistrada del Tribunal Electoral del Estado de Michoacán

@YurishaAndrade