Encontrarse un diente tirado en el pasillo del departamento no es un asunto para olvidarse. Eso le sucedió hoy por la mañana Carlos Galindo, profesor ya jubilado

Saúl Juárez

Encontrarse un diente tirado en el pasillo del departamento no es un asunto para olvidarse. Eso le sucedió hoy por la mañana Carlos Galindo, profesor ya jubilado. La inquietud creció horas después cuando encontró otro sobre su escritorio, este más grande y algo puntiagudo como colmillo. Lo más extraño es que nadie había entrado de su departamento y él no había salido en los últimos días.

Siguieron los hallazgos durante la mañana. Apareció un diente más en un quemador de la estufa. Galindo empezó a temblar cuando vio uno más en el buró de la recámara. Asustado, decidió consultar a la Inteligencia Artificial.

“Algunas teorías paranormales mencionan que encontrar dientes en el hogar puede ser aviso de una presencia no visible que pretende apoderarse de todo”.

Cuando apareció el décimo diente, esta vez en el bolsillo del pantalón, el profesor empezó a sentirse mareado. Colocó las piezas dentales sobre la tapa de un frasco y las observó hasta que no pudo más y el temor empezó a fustigarlo como si fueran latigazos. Al fin logro arrojarlas por la ventana.

El maestro se acostó en su cama en posición fetal. La ansiedad lo tenía paralizado. Al atardecer, logró incorporarse y se dirigió al baño. Al ver su rostro en el espejo, el miedo se convirtió en pánico. En primer lugar no tenía dientes y en segundo su rostro ya no se parecía al suyo. La presencia se estaba apoderando de él. Empezó a dar vueltas por el departamento, sabía que su cara era la de alguien más. Al encontrar diez uñas regadas sobre la mesa del comedor y mechones de pelo sobre el sofá, supo que algo más grave estaba por ocurrir.

Se sentó a esperar, pero sonreía sin poder evitarlo.