Recomiendan no beber agua embotellada.
Los microplásticos, fragmentos diminutos derivados de la degradación de productos plásticos, se han convertido en un problema global, infiltrándose en el medio ambiente y, eventualmente, en el cuerpo humano. Estos contaminantes, presentes en el aire, el agua y los alimentos, han sido detectados incluso en la sangre y otros fluidos corporales, lo que ha despertado preocupación por sus posibles efectos en la salud.
Un estudio de la Universidad Médica de Viena reveló que las partículas nanoplásticas pueden alcanzar el cerebro en tan solo dos horas tras su ingreso al cuerpo. Los investigadores alertaron sobre su capacidad para inflamar el cerebro, lo que podría contribuir al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer y Parkinson.
En otro hallazgo preocupante, científicos italianos de la Università Politecnica delle Marche detectaron microplásticos en la leche materna de mujeres sanas, planteando riesgos potenciales para los recién nacidos. Las partículas plásticas, una vez dentro del organismo, pueden acumularse en tejidos y órganos, causando inflamación, daño celular, alteraciones hormonales y del sistema inmunológico, además de dificultar la absorción de nutrientes esenciales.
Los microplásticos no solo generan daños directos, sino que también actúan como portadores de sustancias tóxicas, como metales pesados y químicos peligrosos. Los materiales más comunes hallados incluyen polipropileno y PET, usados en botellas y envases.
Aunque evitar completamente los microplásticos es casi imposible debido a su omnipresencia, los expertos sugieren medidas como beber agua del grifo en lugar de embotellada para reducir la exposición.
Fuente: INFOBAE