Zirahuén, Michoacán
La historia de amores de Claudia Sheinbaum con Michoacán no es de ahora. Cheranástico, municipio de Paracho, fue la cuna de ese cariño entrañable por el estado, que la mandataria evocó hoy frente a cientos de pobladores de Zirahuén.
Hace 42 años, “¡ya llovió!” -dijo con humor la propia presidenta-, decidió venir con un grupo de compañeros de la Facultad de Ciencias de la UNAM a “enseñar” a los indígenas.
Su maestro Marco Martínez, por cierto michoacano, invitó al grupo de alumnos y éstos no se negaron cuando el docente les dijo “está bien tener conocimientos, pero si estos no se quedan en la mente, no se comparten, no ayudan en nada”.
Claudia Sheinbaum recordó ese momento, “pensábamos nosotros, de ilusos y soberbios, que Íbamos a venir a enseñar a las comunidades, pero no, las comunidades nos enseñaron a nosotros”, confesó mientras la gente se desbordaba: “¡Claudia, hermana, ya eres michoacana!”
“Nos enamoramos tanto de Michoacán que nos quedamos trabajando como tres años en Cheranástico, 15 días nos íbamos a clases a la Ciudad dé México y 15 días en la comunidad”.
Claudia remató su frase: “¡Llevó el corazón purépecha, el corazón de Michoacán!”, mientras la gente coreaba el nombre de la primera presidenta en México.
En Cheranástico la hoy presidente de México aprendió a labrar la tierra, pero también a hacer tortillas de comal en las estufas que el mismo grupo de estudiantes diseñó y que vinieron a sustituir a las “paranguas”, tres piedras sosteniendo un comal.
Por sus vivencias de tres años en la comunidad indígena, Claudia Sheinbaum confesó otra vez que lleva en el corazón a Michoacán.
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