Luis Alberti se ha consolidado como una de las presencias actorales más consistentes y arriesgadas del cine mexicano contemporáneo.

Yazmin Espinoza

Luis Alberti no necesita levantar la voz para ser escuchado. Su presencia en pantalla, intensa, contenida, siempre honesta, ha hecho eco en el cine mexicano más comprometido de los últimos años. Desde que lo vimos en “Carmín tropical” o “El baile de los 41”, y más recientemente como protagonista en “Contraataque “ y “Mano de obra”, donde da vida a uno de los personajes más punzantes del cine nacional, ha quedado claro que lo suyo no es solo actuar: es habitar las grietas del país desde la ficción.

De visita en Morelia para compartir su experiencia con jóvenes actores y cinéfilos, Alberti habla con sencillez, pero también con una claridad poco común en estos tiempos acelerados. En esta conversación, nos abre la puerta a su camino como actor, sus ideas sobre el oficio y los desafíos de actuar en un país donde el arte suele parecer una apuesta arriesgada.

¿Cómo y cuándo descubriste que querías ser actor?
Yo me encontré con el teatro en la secundaria y después, cuando salí de la prepa, participé en un concurso universitario y ahí fue. Hice una comedia y una obra de teatro musical, y me di cuenta de que era un juego en el que yo me sentía muy feliz, aunque me daba miedo y me ponía nervioso, sentía que era lo mejor que había tenido en la vida.

Muchos te conocieron en Carmín tropical, pero tu carrera venía gestándose desde antes. ¿Cómo recuerdas esa etapa?
Ahorita lo veo y veo muchas cosas nuevas. Cuando era joven no tenía idea de nada, pero tenía ganas de hacerlo y tuve suerte de tener una familia que me apoyó. Era descubrir el mundo a través de este juego maravilloso. Siempre fui muy miedoso y había cosas que no me atrevía a hacer, pero ahora con el teatro y el cine es lo que me ha permitido crecer como ser humano, atreverme a cosas, por las ganas de participar en el juego, contar una historia, y ser parte de algo tan potente como es el cine. A lo largo de los años he ido aprendiendo, tocando puertas, luchando, y siempre creyendo que es posible.

Solaris proyectó “Mano de obra”, cinta con la que ganaste el Ariel. ¿Cómo fue preparar un personaje como Francisco, que expresa tanto con tan poco?
Los personajes llegan, y Francisco para mí es alguien que se está defendiendo, de una manera muy noble. A pesar de que vemos que a lo largo de la historia se corrompe, siempre está defendiendo su dignidad y su familia. Saberse pisoteado por un patrón que no tiene sensibilidad ni siquiera frente a la muerte, eso lo rompe. Es una tragedia porque habla también de personas que construyen casas que nunca van a poder tener, sin embargo, hay un sentido de pertenencia porque la construyen con sus manos; eso a mí me parecía muy interesante y complejo. Además, en esa casa está ahora la vida de su hermano y, ante la humillación hacía él y su familia de parte del patrón, viene el coraje, y más que un acto de odio es una autodefensa. Es un personaje que tiene frío, en su casa hay goteras, no tiene agua caliente, y busca la manera de cobijarse a si mismo a través de estas acciones. Es un personaje con un sentido de pertenencia muy roto.

Comentas que los personajes llegan, no se eligen, ¿qué te dejó este proyecto, tanto a nivel actoral como humano?
Cada personaje llega en un momento que es necesario; los personajes son reflejos y versiones de nosotros mismos. A mi me gusta mucho siempre decir que los actores no construimos personajes, jugamos un rol, hacemos el trabajo necesario para lograr poner en pantalla eso que es metáfora y representa una parte de la humanidad, de la realidad, y eso serían los personajes. Siempre nos tocan en algún lugar de nuestro corazón, cada proyecto de manera distinta, y siempre nos transforman, nos dejan algo. Por ejemplo, en el caso de Francisco, de Mano de obra, me toca en ese lugar en donde hay algo que sentimos que es injusto. Me queda el saber que me puedo defender, que puede pasar lo peor pero siempre te puedes defender y tener la consciencia de que las decisiones que tomas no siempre son las mejores.

En tu masterclass compartiste sobre los retos del actor en México. Desde tu experiencia, ¿cuáles son los principales?
Ahorita ellos enfrentan algo clave que es todo el mundo virtual, las redes sociales, los influencers y sus seguidores. Esto tan efímero y tan falso que nos va conduciendo, y es algo que tienen que enfrentar. Es un monstruo de millones de cabezas al que tenemos que hacerle frente, agarrarlo por los cuernos. Este es el minotauro de nuestros tiempos. Lo tienen que enfrentar los jóvenes, pero también los actores como yo, aunque desde otro lugar. Yo tengo de alguna manera ya un lugar, pero se puede perder muy fácil y tenemos que conservar eso que hemos construido con tanto trabajo desde nuestro corazón, con el objetivo de preservar algo humano que es muy valioso; el arte, la ficción, la libre expresión, la poesía, ese gigante nos lo está robando. Ellos conocen mejor que nosotros cómo funciona y creo que lo van a saber usar, porque se puede convertir en una herramienta y convertirlo, de un monstruo, a un amigo.

Si volvieras a empezar tu carrera hoy, ¿qué harías distinto?
Creo que estudiaría más, y tal vez viajaría más también. Yo no viajo mucho, soy como un caracol, pero si pudiera me abriría más al mundo.

¿Qué consejo le darías a los y las jóvenes que sueñan con actuar, especialmente desde regiones fuera de CDMX?
Que sigan luchando, no hay más, y capitalizar lo que si hay. Por ejemplo, aquí en Morelia están en una ciudad que tiene muchas posibilidades, una ciudad hermosa llena de cultura con un empuje y una historia rica y valiosa. Que se apropien de eso y se sientan fuertes para seguir construyendo la historia de la ciudad y que todo el país la conozca.

SUS FAVORITOS

¿Un director o directora con quien sueñas trabajar?
¡Uff! Tarantino, Cronenberg, Ruiz Palacios que no me ha llamado nunca (risas). Astrid Rondero y Fernanda Valadez, que están haciendo un cine que creo que está transformando la industria mexicana.

¿Actor o actriz mexicana que admires profundamente?
Tilda Swinton, Meryl Streep, Franz Rogowski, es alemán y tiene unas películas maravillosas, es un actorazo de miedo. Actrices mexicanas como Mónica del Carmen, Ofelia Medina, Dolores Heredia y Arcelia Ramírez.

¿Un libro o película que te marcó últimamente?
La película de “Perfect days”, sin duda; es un poema.

¿Qué no puede faltar en tu camerino?
Algo fresquito de tomar y desodorante.

ROMA NOTA

Con una carrera que ha oscilado entre el cine de autor y la televisión comercial, Luis Alberti se ha consolidado como una de las presencias actorales más consistentes y arriesgadas del cine mexicano contemporáneo. Egresado del Foro Teatro Contemporáneo, su formación sólida y su capacidad para habitar personajes complejos le han permitido destacar en producciones como Carmín Tropical, El baile de los 41, Mano de obra (por la que obtuvo el Ariel como Mejor Actor en el 2020), la serie Carlos Rey Emperador, y el reciente lanzamiento de Contraataque, película de acción que ha roto todos los récords de audiencia en Netflix.

Alberti ha trabajado bajo la dirección de realizadores como David Pablos, Michel Franco, Natalia Beristáin, Mariana Chenillo y David Zonana. Su presencia en pantalla se caracteriza por la intensidad contenida, el compromiso ético con sus personajes y una mirada crítica hacia las estructuras de poder y desigualdad, temas frecuentes en su filmografía.