Duerme bien, dale al cuerpo espacios de descanso y a la mente espacios de conexión.
América Fernández, colaboradora de La Voz de Michoacán
Estás comiendo “bien”, haciendo ejercicio y, aun así, esa grasa no se va. ¿Te suena familiar? La verdad es que el cuerpo no es una máquina donde, si quemas las calorías que consumes, todo se resuelve. De hecho, es muy difícil quemar todas las calorías que consumimos al día, incluso haciendo ejercicio. Hay factores que van más allá de las calorías y están frenando tu progreso.
Una de ellas es la insulina, una hormona que regula los niveles de azúcar en sangre. Si estás picando todo el tiempo, si haces 4, 5 o hasta más comidas al día, o si comes alimentos azucarados, tu insulina estará elevada casi todo el tiempo. Esto impide que pierdas grasa, ya que la insulina también es una hormona que, cuando está activa, evita que tu cuerpo queme grasa: este se queda en “modo reserva”. Ojo: incluso los productos light, aunque no tengan calorías, pueden generar un efecto hormonal que impide la quema de grasa. Evita edulcorantes artificiales.
Pero no todo tiene que ver con la comida. El cortisol, conocido como la hormona del estrés, también influye mucho en la forma en que tu cuerpo maneja la grasa. Puedes estar comiendo saludable y entrenando todos los días, pero si estás bajo estrés constante, no duermes bien o haces demasiado ejercicio sin darle a tu cuerpo tiempo para recuperarse, ese esfuerzo podría estar jugando en tu contra.
Cuando el cuerpo está sobrecargado, percibe que está en peligro, aunque sea solo por estrés mental o emocional, y libera cortisol para protegerte. ¿El resultado? Retención de grasa, especialmente en el abdomen. Esta hormona le dice a tu cuerpo: “No es momento de soltar nada, prepárate para lo peor”. Por eso, si estás pasando por una etapa de mucho estrés, el ayuno intermitente podría no ayudarte: tu cuerpo lo interpreta como otra forma de escasez y responde liberando aún más cortisol, lo que puede dificultar aún más la pérdida de grasa.
Por último, la dopamina, un neurotransmisor que regula el placer y la motivación. Es poderosa y adictiva. Si sientes que estás usando la comida para tapar emociones fuertes, podrías caer en una dependencia que te impida estar en tu peso óptimo y perder grasa. En lugar de buscar el placer inmediato de un alimento ultraprocesado, busca fuentes de placer duradero como caminar, practicar meditación o tener una conversación significativa.
Empieza por lo básico (aunque no siempre sea fácil): duerme bien, dale al cuerpo espacios de descanso y a la mente espacios de conexión.
América Fernández. Coach de salud integral y recuperación de la dependencia a la comida.