La Fiscalía lo acusó en febrero, entre otros crímenes, de tentativa de golpe de Estado y abolición violenta del Estado democrático de derecho

Agencias / La Voz de Michoacán

Brasil. La corte suprema de Brasil comenzará a escuchar desde este lunes testimonios clave en el juicio contra el expresidente Jair Bolsonaro, acusado de intento de golpe contra Lula, una etapa crucial de un proceso que puede llevar al ultraderechista a la cárcel.

El líder de la derecha y extrema derecha brasileñas, inhabilitado para las elecciones de 2026, se expone a penas de unos 40 años de prisión por presuntamente haber intentado maquinar su permanencia en el poder pese a su derrota ante el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva en octubre de 2022.

La Fiscalía lo acusó en febrero entre otros crímenes de tentativa de golpe de Estado y abolición violenta del Estado democrático de derecho.

Para apoyar o refutar esas alegaciones, más de 80 personas, entre ellas altos rangos de las fuerzas armadas, exministros, policías y funcionarios de inteligencia fueron citadas a declarar en sesiones previstas para durar dos semanas, abiertas a la prensa.

Bolsonaro, de 70 años, se dice inocente y víctima de una «persecución».

“Guion de telenovela”

Las acusaciones «parecen el guion de una telenovela», dijo el excapitán del Ejército la semana pasada al portal Uol.

Bolsonaro será juzgado junto a otros siete excolaboradores, incluidos cuatro exministros y los exjefes de la Marina y de la agencia brasileña de inteligencia.

Varios mandatarios brasileños han ido a juicio desde el fin de la última dictadura militar (1964-1985), pero Bolsonaro, un nostálgico de ese periodo, es el primero señalado por una tentativa golpista.

De acuerdo con el informe de más de 800 páginas de la policía federal, el expresidente lideró una “organización criminal” que buscó impedir la investidura de Lula tras las elecciones de 2022.

El plan golpista contemplaba medidas como la elaboración de un decreto para justificar un «estado de defensa» e incluso el asesinato de Lula y del juez del supremo Alexandre de Moraes, según la fiscalía.

El complot no se habría consumado por falta de apoyo de altos mandos del ejército.

La investigación vincula también a Bolsonaro con los disturbios del 8 de enero de 2023, cuando sus seguidores asaltaron las sedes de los tres poderes en Brasilia mientras pedían una intervención militar contra Lula.

El juez Moraes

Por primera vez, actores clave de esos supuestos hechos serán escuchados por videoconferencia ante el Supremo Tribunal Federal en Brasilia, bajo la guía de un juez del despacho de Moraes, considerado un enemigo político por el bolsonarismo.

Las audiencias empezarán a las 15H00 locales (18H00 GMT). «Ahí se podrán identificar y explorar eventuales contradicciones, dentro de un mismo testimonio o entre testimonios. Solo después de esto se podrá fundamentar una eventual condena», explicó a la AFP Rogerio Taffarello, experto en derecho penal de la Fundación Getulio Vargas.

Entre los primeros a declarar esta semana están Marco Antonio Freire Gomes y Carlos de Almeida Baptista Júnior, comandantes del ejército y la fuerza aérea respectivamente durante el gobierno de Bolsonaro (2019-2022).

En sus testimonios ante la policía, ambos admitieron haber participado en reuniones en las que Bolsonaro «presentó su hipótesis de utilización de instrumentos jurídicos» para refutar el resultado electoral y justificar una intervención castrense.

Según Baptista Júnior, Freire Gomes llegó a amenazar a Bolsonaro con arrestarlo si llevaba adelante esos planes.

Condena a «muerte»

El juicio continuará durante los próximos meses con el interrogatorio de los acusados, antes de que la fiscalía y las defensas presenten sus alegatos finales. 

Cinco jueces de la corte -incluyendo Moraes- finalmente votarán una eventual condena contra Bolsonaro y los otros coacusados.

El exmandatario ya está inhabilitado políticamente hasta 2030 por cuestionar sin pruebas el sistema de votación electrónico de Brasil.

Y aunque ha repetido su intención de postularse a los comicios de 2026, en los que Lula podría presentarse de nuevo, la semana pasada dijo a Uol que una condena sería una «pena de muerte, política y física».

Entre sus posibles sucesores suena con fuerza el nombre del actual gobernador de Sao Paulo, Tarcísio de Freitas, a la vez citado a declarar el día 30 ante el STF por su condición de exministro de Bolsonaro.

El expresidente también lidia con otro frente: en abril debió operarse nuevamente de urgencia en el abdomen debido a las secuelas de una puñalada que recibió durante la campaña de 2018.

Paso a paso del plan golpista de Bolsonaro, según los investigadores

Según los investigadores, no se trató de un intento puntual de golpe por las armas, sino de un complot ideado durante largo tiempo con cercanos colaboradores, incluidos entonces ministros y militares de alto rango. 

La fiscalía describe al exmandatario de extrema derecha (2019-2022) como el «líder de una organización criminal» que habría puesto en marcha «un plan para mantenerse en el poder, fuera cual fuera el resultado de las urnas». 

Bolsonaro, de 70 años, clama su inocencia.

Los investigadores consideran que las intenciones golpistas ya se habían manifestado antes de las presidenciales de 2022, a través de una campaña de desinformación destinada a «diseminar sospechas de fraude (electoral) para legitimar una intervención militar». 

La acusación cita en particular una transmisión en las redes sociales de Bolsonaro en julio de 2021 repleta de ataques sin pruebas contra el sistema de urnas electrónicas vigente en Brasil. 

El informe policial, que sirvió de base a la fiscalía para imputar a Bolsonaro, también hace referencia a una reunión ministerial un año después, el 5 de julio de 2022, en la que el entonces presidente insinúa que «todo está listo para que Lula gane en primera vuelta, mediante fraude». 

«Si hay que dar un golpe en la mesa, debe ser antes de la elección», declaró en esa misma reunión el general Augusto Heleno, uno de los altos responsables del aparato de seguridad del gobierno de Bolsonaro. 

Pocos días después, el 18 de julio de 2022, Bolsonaro reiteró sus ataques contra las urnas electrónicas, esta vez ante embajadores de numerosos países, para, según la fiscalía, «preparar a la comunidad internacional para el no respeto del resultado electoral». 

Por desinformar sobre el sistema de voto, el expresidente fue declarado inelegible por la justicia, hasta 2030. 

Decreto y planes de asesinato

Tras su derrota en la segunda vuelta frente al izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, el plan golpista tomó otro giro, según los investigadores. 

Estos mencionan en particular la elaboración de un decreto que proyectaba la convocatoria de nuevas elecciones, así como la detención del juez Alexandre de Moraes, quien presidía en ese momento el Tribunal Superior Electoral. 

La semana pasada, durante una entrevista con el sitio Uol, el expresidente admitió haber hablado con miembros del alto mando militar sobre «la hipótesis de utilizar disposiciones constitucionales» y que «no había nada anormal» en ello. 

La fiscalía también menciona un plan llamado «Puñal verde y amarillo» que buscaba asesinar a Lula, su vicepresidente Geraldo Alckmin y a Moraes, con «el consentimiento» de Bolsonaro. 

«Estábamos listos para matar a mucha gente», declaró uno de los sospechosos de formar parte del equipo elegido para supuestamente llevar a cabo estos asesinatos, el agente de la Policía Federal Wladimir Soares, acusado en el proceso y actualmente encarcelado. 

Sus declaraciones provienen de un mensaje de audio identificado en su teléfono por los investigadores y hecho público recientemente por el supremo. 

«Solo esperábamos la orden del presidente (Bolsonaro), pero él retrocedió», añadió. 

Según la fiscalía, ni el decreto ni el plan de asesinato se concretaron debido a la falta de apoyo del alto mando militar. 

El 8 de enero, la «última esperanza»

Bolsonaro abandonó Brasil dos días antes de la investidura de Lula, negándose a entregarle la banda presidencial el 1 de enero de 2023. 

Se encontraba en Estados Unidos una semana después, cuando miles de sus partidarios invadieron y causaron destrozos en las sedes de poder en Brasilia, exigiendo una «intervención militar» para derrocar a Lula. 

La fiscalía describe la asonada como la «esperanza final» de los presuntos golpistas, una versión refutada por Bolsonaro. 

«Estaba en Orlando (cerca del parque Disney World) y preparaba un golpe de Estado con Goofy, Minnie y Donald», ironizó el expresidente en los últimos meses.